lunes, 5 de agosto de 2019

Tiempo... 1 Timoteo 6. 9 - 11



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“En cambio, los que quieren hacerse ricos caen en la tentación como en una trampa, y se ven asaltados por muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina y la condenación. 
Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado terribles sufrimientos. Pero tú, hombre de Dios, huye de todo esto. Lleva una vida de rectitud, de piedad, de fe, de amor, de fortaleza en el sufrimiento y de humildad de corazón”. 
1 Timoteo 6. 9 – 11.

Quienes buscan riquezas disimulan sus intenciones de profunda necesidad espiritual tratando de encontrar pasajes que estén acordes con sus finalidades, pero quien lo hace debe tener en cuenta que es difícil no caer en la tentación cuando se busca con mayor intensidad lo material que lo espiritual y tarde o temprano caerán en la esclavitud del deseo.
El afán por las riquezas hacen que tomemos decisiones que nos apartan de nuestros hogares, parejas, hijos, familias y congregaciones para caer en la desidia, la envidia, la vanidad y la destrucción que el vivir de esta manera produce, pues consume sus energías, su sueño y su vida para terminar sin nada.
Esta máxima acerca del dinero debe ser meditada con frecuencia por aquellos que buscan de Dios, el dinero en si no es lo malo, pero el deseo que guía a nuestros corazones a buscarlo primero que a Dios ha hecho que muchos se pierdan, que muchos destruyan sus hogares, que otros asesinen, que algunos roben, que otros se entreguen a sus pasiones carnales, el dinero debe servir al propósito por el cual fue creado, si aún sufrimos por no tenerlo, cuando lo tengamos igualmente sufriremos porque siempre nos sentiremos escasos, aun en medio de la abundancia.
Es fácil desviarse de la fe cuando un deseo gobierna el corazón del hombre, ellos han hecho que el camino de la fe sea desacreditado. De forma que estando atento a nuestros deseos que surgen de la naturaleza carnal los rindamos en obediencia a Dios.
Si buscamos de Dios, evitemos caer en el amor al dinero, sometiendo todo nuestro ser, vaciándonos de nosotros mismos, esmerándonos por seguir y poner en práctica lo justo, lo piadoso, lo que fortalece la fe, siendo constante en todo lo que emprendamos y viviendo con humildad en nuestro corazón.
Dios les bendiga abundantemente.

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