domingo, 25 de agosto de 2019

Leyendo... Hebreos capítulo 8



LECTURA DIARIA:
Hebreos capítulo 8

El sacerdocio terrenal estaba manejado por sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley de Moisés. Pero Jesús no pertenecía a este sistema. 

Porque estos sacerdotes servían a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales. Dios le dijo a Moisés que hiciera el tabernáculo conforme al modelo que EL le había mostrado. Esto quiere decir que el tabernáculo construido por Moisés, siguiendo la instrucción divina, era una copia del modelo de la realidad celestial. 
El autor de la carta, habla de Jesús como mediador de un mejor y nuevo pacto, un pacto con nuevas condiciones, establecido sobre mejores promesas. 
La Biblia está compuesta por dos pactos, el antiguo pacto se identifica con Moisés; el nuevo pacto se identifica con Cristo. Dios asumió el compromiso de establecer un Nuevo Pacto. El antiguo pacto tenía limitaciones, además, DIOS no estaba pensando en renovarlo, EL mismo había anunciado promesas para uno nuevo. (Jeremías 31.31)
El fracaso del antiguo pacto, fue responsabilidad del pueblo hebreo, no de Dios. El Señor dice que los tomó de su mano para sacarlos de Egipto. Este cuadro de misericordia divina, sólo hace más responsables a los israelitas, porque Dios les fue mostrando su poder y su ayuda en los momentos de sus dificultades, pero ellos ves tras ves endurecieron su corazón y se llenaron de incredulidad. 
En el antiguo pacto, Dios prometía bendecir al pueblo y ellos prometían obedecer sus leyes. El Antiguo Pacto era formal y externo, porque sus leyes estaban grabadas en tablas de piedras, en lugar de estar grabadas en el corazón.
Una santidad basada en actitudes formales, no pueden satisfacer ni a Dios ni al hombre. Debe haber en lo más profundo de nuestro corazón, una firme decisión de vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, en base a la fe y a una relación de amor con ËL. Esto era diferente con las leyes del antiguo pacto, donde las leyes tenían que ser aceptadas formalmente. 
El ideal de DIOS no se cumplió en el Antiguo Pacto. Él los llamaba “mi pueblo” Pero ellos no tenían esa familiaridad amorosa de llamarle “Mi DIOS”. Jeremías 31.31 - 34 presenta la nueva relación en el Nuevo Pacto. Es una relación de amor, de familiaridad, grabada en sus corazones. Somos ahora en Cristo, Sus hijos, Su pueblo, y Él es nuestro Dios. Es una relación verdaderamente personal. 
Los pecados de los que ahora, en el Nuevo Pacto, vienen a Dios, son remitidos totalmente y nunca volverán a ser cargados en su cuenta. Este es un perdón absoluto porque está basado en la sangre de Cristo. 
A partir de Jesucristo, el antiguo pacto resulta viejo DIOS ha terminado con el viejo sistema, Jesucristo es ahora el autor del Nuevo Pacto.

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