viernes, 23 de agosto de 2019

Tiempo... Hebreos 6. 4 - 8



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Porque a los que una vez recibieron la luz, y saborearon el don de Dios, y tuvieron parte en el Espíritu Santo, y saborearon el buen mensaje de Dios y el poder del mundo venidero, si caen de nuevo, ya no se les puede hacer volver a Dios, porque ellos mismos están crucificando otra vez al Hijo de Dios y exponiéndolo a la burla de todos.
 Son como la tierra que bebe la lluvia que cae en abundancia sobre ella: si da una cosecha útil a los que la trabajan, recibe la bendición de Dios; pero si da espinos y cardos, no vale nada; cae bajo la maldición de Dios, y finalmente será quemada”.   Hebreos 6. 4 – 8

Aquí no se habla de aquel que cae en pecado o que se equivoca habiendo vivido una vida piadosa y se arrepiente, sino de aquel que se aparta del todo de la presencia de Dios negando su fe y el poder que ha obrado para salvación. Quien después de haber vivido un arrepentimiento verdadero, iluminado por su Espíritu, saboreado el don de la vida eterna, han tenido parte con el Espíritu, han experimentado la palabra de Dios y los poderes del mundo  venidero se apartan.
Es interesante notar lo que ocurre en el creyente que ha experimentado el poder de Dios, son seis cosas las que ocurren mencionadas anteriormente.
Es imposible que aquel que apostata de la fe y la verdad luego de haberla probado vuelva a Dios pues el apartarse por completo del Señor significa una completa y voluntaria apostasía, y no crucificando al mundo para sí, expone en vergüenza lo nacido de la divinidad.
Quien bebe del don de Dios recibe de su bendición, su amor y gracia, pues con ella produce una buena cosecha, da buenos frutos.
El agua es tipología del bautismo y de la palabra que han sido entregadas a la iglesia y a la humanidad para que el hombre pueda vivir plenamente y dar fruto. La tierra es tipología del hombre quien recibe la lluvia de bendición sobre su ser.
Esta lluvia también cae sobre cardos y espinos, no solo sobre tierra que da fruto, los cardos y espinas representan a hombres cuyos corazones han recibido la palabra pero que esta ha sido ahogada por estas plantas que no dejan dar fruto de bendición, por lo que termina bajo maldición y destrucción. Los cardos y espinos son los frutos de una vida apartada del Señor, en donde el engaño, la mentira, el dolor, la soledad y el apartarse de la presencia de Dios son la consecuencia final que resulta de la falta a la verdad.
Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario