martes, 27 de agosto de 2019

Leyendo... Hebreos capítulo 10



LECTURA DIARIA:
Hebreos capítulo 10

La Ley Mosaica, fue dada por Dios, para cumplir el propósito de enseñar a Israel, y como figura de lo que había de venir. Por eso los sacrificios que ellos ofrecían no podían remover su culpa. 

El sistema de sacrificios no estaba completo, porque si lo hubiera estado, no habrían tenido que volver a repetirlos cada día. Los sacrificios eran sólo una sombra de lo venidero, que era perfecto.
La sangre de aquellos sacrificios de animales cubría los pecados hasta que el Cordero de Dios viniera a quitar el pecado del mundo.
Jesucristo vino a esta tierra, creció y a la edad de 30 años, comenzó su ministerio terrenal, hasta su muerte. Él fue hallado en todo, santo, inocente, sin mancha. ÉL vino a cumplir la voluntad de Dios. Él pagó el precio por nosotros.
Como dijimos antes, las ofrendas sólo podían cubrir el pecado: constituían una expiación, pero nunca podían quitar los pecados. Las ofrendas eran nada más que un recordatorio de que los hombres eran pecadores y que el problema del pecado aún no había sido solucionado.
Pero Cristo, cumplió de una vez y para siempre, con el sacrificio por el pecado, la obra estaba completa y terminada, por eso pudo descansar en su lugar, sentado a la derecha de Dios.
EL Señor ahora está esperando, a que esa salvación, que ËL nos proveyó pueda llegar a todos, para que todos los hombres puedan creer y ser salvos.
Una ofrenda pudo hacer lo que muchas ofrendas no pudieron hacer.
Cuando El Señor Jesús murió en la cruz, sucedió algo muy importante: el velo, o la cortina del templo fue rasgada en dos partes. Los hombres ya no tendrían que venir a Dios por medio del sacrificio de toros y machos cabríos; entonces, el Señor Jesús abrió un camino para nosotros a través de Su propio cuerpo.
Las reglas y las normas que en el antiguo pacto estaban escritas en piedra, ahora estarían escritas en los corazones de aquellos que creyeran, no solo para cumplir como un ritual, sino para vivir agradando a DIOS y tener comunión con Él.
El sistema de sacrificios terminó con la muerte de Cristo. Tenemos libertad y confianza para entrar en la presencia de Dios por medio de la sangre de Cristo.

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