jueves, 5 de septiembre de 2019

Tiempo... Santiago 5. 12



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Sobre todo, hermanos míos, no juren: ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ninguna otra cosa. Cuando digan «sí», que sea sí; y cuando digan «no», que sea no, para que Dios no los condene”.  Santiago 5. 12


La confianza es de las cosas más difíciles de ganar y más fácil de perder, se necesitan muchos años de relación para poder confiar en alguien, pero solo un momento de traición para que la confianza ganada se deshaga como el hielo bajo los rayos del sol, rápidamente y no quedando nada, sin oportunidad de volver a crearse.
La confianza, en muchos casos es la clave del éxito, en otros puede ser cuestión de vida o muerte, hay ocasiones que confiar en otra persona puede librarnos de serios problemas.
Existe una imagen típica y unas palabras que suelen pronunciarse en los juicios y suele ser “juras decir toda la verdad y solamente la verdad” a lo que el testigo debe contestar “lo juro. Esto parece entrar en contradicción con estas palabras de Santiago “Sobre todo, hermanos míos, no juren: ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ninguna otra cosa. Cuando digan «sí», que sea sí; y cuando digan «no», que sea no, para que Dios no los condene”.
¿Existe alguna contradicción en esto? Claramente no.
Muchos para evitar jurar han optado por prometer, pero la realidad es la misma, no debiéramos jurar o no debiéramos prometer, pero, ¿siempre?
No, hay ocasiones en que si podemos jurar, puedo jurar que hoy he ido a trabajar, puedo jurar que me he levantado de la cama, pero no puedo jurar que mañana lo haré. ¿Queda clara la diferencia?
Puedo jurar por aquellas cosas que ya han ocurrido, pero no me puedo comprometer y jurar por algo que no se si seré capaz de hacer. Por eso puedo jurar en un juicio, porque diré algo que pasó y que vi.
Pero la realidad es que todo esto apunta a la confianza, cuando Santiago nos invita a no jurar, sino a que nuestras respuestas sean sí o no, habla de cuánto pueden confiar en mí los demás.
Nunca le pediríamos a alguien muy querido que nos jurara algo, confiamos en él y sabemos que no nos fallará, pero si firmaríamos un contrato con alguien desconocido si vendiéramos o alquiláramos una casa de nuestra propiedad. Este es el punto, cuando confiamos en alguien un sí o un no es suficiente. ¿Qué confianza tienen los que nos rodean en nuestra palabra? ¿Somos personas que decimos la verdad o por el contrario nadie confía en nosotros? ¿Tenemos que jurar que haremos algo porque no solemos cumplir?
Es una pena que un cristiano tenga que jurar porque los demás no pueden confiar en su palabra. Que el Señor nos ayude a que nuestras palabras sean firmes y sin vacilación, que cuando digamos si, sea sí, que cuando digamos no, sea no, y que creemos confianza. Este es el ejemplo de lo que Cristo fue.
Dios les bendiga abundantemente.

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