miércoles, 18 de septiembre de 2019

Tiempo... 1 Juan 2. 1 - 2



TIEMPO DE REFLEXIÓN

"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. "   1 Juan 2. 1 – 2


Hay ciertos elementos que son indispensables un juicio, necesitamos un juzgado, un jurado, en caso de que el juicio tenga jurado popular, unas pruebas, unos testigos, un juez, un acusado y abogados, tanto defensor como demandante. Absolutamente todo tiene su peso y su importancia, desde el sitio donde se realizará el juicio, hasta el acusado, sin pruebas no habría causa, y sin testigos que afirmaran lo ocurrido carecería de valor el juicio.
Pero si algo es importante, para el transcurso eso son los abogados, los cuales por medio de sus argumentos tratan de convencer al juez o al jurado de que su cliente es quien tiene razón y las causas presentadas son justas o injustas, según el caso.
A este respecto llegará el día en que cada uno de nosotros comparezcamos ante el Juez, ante Dios y allí serán descubiertas y juzgadas nuestras acciones.
Juan en este mensaje se refiere a de la importancia de tener un abogado contratado para el día del juicio, un abogado que dé la cara por nosotros, pero no sirve cualquiera. 
“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. (Colosenses 2. 13 – 15)
En otras palabras, todas las acusaciones que satanás pueda tener contra nosotros, Cristo las ha exhibido públicamente en su muerte en la cruz y ahora gracias a eso somos declarados inocentes.
Somos inocentes por medio de Cristo, somos salvos a través de su sangre, por la cruz somos libres, su sacrificio es el precio saldado de la justicia de Dios, es por medio de aquel madero que tenemos esperanza y por las gotas de sangre que volvemos a tener vida y en abundancia, es por medio de la amargura que sufrió Jesús al sentir como el Padre apartaba su mirada de Él, que somos aceptables y santos ante el Juez.
No existe mérito alguno en nosotros, éramos culpables, no había modo de salvarnos, estábamos condenados, pero el abogado vino en nuestro socorro, Él nos libró de la condena que merecíamos ocupando nuestro lugar. ¡Alabado y bendecido sea nuestro Señor Jesucristo!
Dios les bendiga abundantemente.

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