martes, 3 de septiembre de 2019

Tiempo... Santiago 3. 3 - 18



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Si entre ustedes hay alguno sabio y entendido, que lo demuestre con su buena conducta, con la humildad que su sabiduría le da. Pero si ustedes dejan que la envidia les amargue el corazón, y hacen las cosas por rivalidad, entonces no tienen de qué enorgullecerse y están faltando a la verdad. 
Porque esta sabiduría no es la que viene de Dios, sino que es sabiduría de este mundo, de la mente humana y del diablo mismo. Donde hay envidias y rivalidades, hay también desorden y toda clase de maldad; pero los que tienen la sabiduría que viene de Dios, llevan ante todo una vida pura; y además son pacíficos, bondadosos y dóciles. Son también compasivos, imparciales y sinceros, y hacen el bien. Y los que procuran la paz, siembran en paz para recoger como fruto la justicia”.   Santiago 3. 13 – 18.

La competitividad por ser el mejor y quedar por encima de los demás es el pan diario de la gran mayoría de trabajos, sobre todo de aquellos que se mueven por puestos directivos.
Esta es la realidad del mundo, y antes esta realidad Santiago quiere ofrecer la diferencia entre la sabiduría humana y la sabiduría del cielo. Esta sabiduría de lo alto marcará el carácter de quien la posea.
El mundo nos llama a ser celosos y tener ambiciones personales fuertes, a buscar alcanzar nuestro objetivo sea como sea, pero que diferente es la sabiduría que Dios da.
Esta sabiduría es pura. Lo es porque en ella no hay maldad, mientras que la sabiduría del mundo no lo importa pecar, la sabiduría del cielo nos lleva a buscar la santidad y a huir del pecado.
Esta sabiduría es pacífica. No solamente nos busca problemas, va más allá, busca arreglarlo, no rehúye de los conflictos, sino que entra en ellos y basándose en el amor busca la paz.
Esta sabiduría es amable. No encontramos en ella malas palabras, siempre atiende con una sonrisa, su trato es delicioso y esto produce un buen clima a su alrededor. La amabilidad muestra un carácter transformado por Cristo.
Esta sabiduría es condescendiente. Condescendencia significa acomodarse por bondad al gusto y voluntad de alguien. Siempre que este gusto o voluntad, no sean pecado, la sabiduría del cielo se pondrá a la altura de los demás, mostrando interés por los gustos de los demás y no los propios.
Esta sabiduría es misericordiosa. Esta sabiduría ofrece misericordia, busca cubrir la miseria de los demás con amor, exactamente como Cristo hizo con nosotros, tal y como la misericordia de Dios nos suple de todas necesidades.
Esta sabiduría no vacila. Es una sabiduría que se mantiene firme, que aunque reciba ataques no cambia, sabe en quien ha creído y está por encima de todo.
Esta sabiduría no es hipócrita. La sabiduría que viene de Dios, no tiene dos caras, todo lo que dice está reflejado con sus actos, su fe es demostrada por medio de sus obras, cumple lo que dice y lleva una vida ejemplar.
Qué fácil es buscar la sabiduría humana, pero hoy tenemos un reto por delante, buscar y rogar a Dios que nos de su sabiduría, para que nuestro carácter sea como el de Dios.
Dios les bendiga abundantemente.

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