lunes, 2 de septiembre de 2019

Leyendo... Santiago capítulo 2



LECTURA DIARIA:
Santiago capítulo 2

Dios nos dice aquí que no miremos la apariencia externa, como tampoco que discriminemos a nuestros hermanos por su condición social.

Aprendamos a mirar y a amar, como Dios mira y como Dios ama. A todos por igual, todos somos parte de la misma creación de DIOS, y un día vamos a llegar a su presencia, no con nuestros títulos, riquezas, o poder alguno, sino con nuestra vida, y allí frente a Dios, solo cuenta su ley, la ley del amor y la ley de la fe.
No hay lugar para la soberbia, el abuso de poder o la discriminación.
Dios nos habla del valor de amar a nuestro prójimo desde el Antiguo Testamento.
Quien es nuestro prójimo, el mismo vocablo nos indica que es la persona que tenemos más cerca, o las personas que tenemos a nuestro alrededor. Y no discrimina en clase social, color de piel, edad, nivel cultural, estética, solo nos dice que debemos amar a nuestro prójimo.
Por eso debemos revisar y cuidar nuestra forma de ser y no hacer acepción de personas, muchas veces lo tenemos tan incorporado, que en nuestro andar diario nos descuidamos y empezamos a elegir con quien relacionarnos.
Este pasaje hace referencia a la necesidad, de observar toda la ley de DIOS, no es cosa, de guardar lo que a unos le gusta, y lo demás descartarlo.
Dios nos pide claramente que observemos toda su Palabra.
Jesucristo dio su vida por todas las persona cuando fue a la cruz, y es nuestra responsabilidad hacerle llegar las buenas nuevas a todas las personas, pero no solo desde el punto de vista del discurso, sino, más bien que nuestras palabras sean concordantes con nuestros hechos.
El apóstol Pablo ya venía hablando de las obras en Efesios 2.8 – 10, cuando dice que la salvación, la obtenemos por gracia a través de la fe. Queda claro que no es el resultado de nuestras buenas obras, para que nadie pueda jactarse o gloriarse por ello, sino, que Dios nos ha creado justamente para que andemos en ellas y además, que Él las preparó de antemano.Nuestra forma de actuar en la vida, es la que pone de manifiesto nuestra fe.

Por eso, cuando Santiago trata aquí el tema, aclara aún más por si había alguna duda al respecto.
La verdadera fe, nos dice tiene que ir acompañada de buenas obras. Frente a la necesidad, debemos actuar en forma práctica, igual que Dios, Él que es en esencia amor, vemos a lo largo de la Biblia, que su amor no era un amor solo de palabra, sino que era un amor en acción, un amor que lo moviliza a hacer todo que beneficiara y fuera por esto de bendición para el hombre.
Lo mismo es aquí, cuando tenemos a una persona con hambre o con frío y solo atinamos a decir, ve en paz, que el Señor te bendiga, pero no hacemos nada frente a su problema puntual, realmente nuestra fe es muy pobre.
Cuando una persona se acerca a Dios, a través de la fe, abre su corazón frente a Dios, acepta allí al Señor Jesucristo como Señor y Salvador de su vida, se produce lo que el Señor llama, el nuevo nacimiento. Dios nos hace nuevos totalmente, cambia nuestra forma de pensar, cambia por tanto, nuestra forma de actuar, para asemejarnos cada día más a Él, por lo cual nos dice también en Efesios, que Él es la medida de nuestro crecimiento y el modelo perfecto frente al que debemos compararnos.
Una vida verdaderamente cristiana se tiene que ver también por sus frutos, o sea, sus hechos de amor hacia el prójimo.

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