viernes, 20 de septiembre de 2019

Leyendo... 1 Juan capítulo 4



LECTURA DIARIA:
1 Juan capítulo 4
Que poderosa advertencia. Quien habla en nombre del Señor debe reconocer la llegada del Cristo, también su mensaje no puede estar en desacuerdo con las Escrituras, y que su testimonio de vida sea prueba de la verdad.

Quien no lo reconoce, no proviene de Dios sino del anticristo, aunque sus palabras sean convincentes o parezcan estar llenas de sabiduría.
El espíritu del anticristo ya está en el mundo y se hace manifiesto en aquellos que no reconocen a Cristo y están en contra de la verdad, son muchas las congregaciones que se han desviado de la verdad, que han dejado de lado la sana enseñanza y son muchas otras las que caen de la  verdad, de modo que debemos permanecer atentos de quienes escuchamos para que podamos discernir la verdad.
Aquellos que pertenecen a la familia de Dios han vencido a los falsos profetas, porque han confiado en aquel que ha vencido al mundo y su victoria ahora es nuestra.
Quienes no pertenecen a Dios, pertenecen al mundo y hablan desde esa perspectiva y todo aquel que pertenece a al mundo les escucha porque se sienten identificados con lo que ellos hablan, de modo que les es fácil negar a Cristo, las Escrituras y la verdad, porque en ellos no hay rezago alguno de Dios.
El amor no puede ser expresado con palabras, por eso debe ser manifiesto mediante la acción, solo la acción puede demostrarlo, porque ella pertenece al todo, las palabras pueden estar divididas, no completas, pero la acción requiere de plenitud y eso es lo que Dios permitió al enviar a su unigénito, aquel que pertenece a esa unidad para que pudiera mostrar el amor en acción. Jesús no hablo acerca del amor, porque sus acciones están llenas de él, no necesitó de grandes discursos para disertar sobre el amor, se entregó a morir para ser como nosotros, para sufrir como nosotros, para vivir y para entendernos, para crear un puente, algo que pudiera conectarnos con Dios, con lo eterno.
El amor no proviene del exterior, sino del interior, este pasaje nos habla en palabras que parecen fáciles, pero que ocultan el origen y la consistencia del amor.
Dios ha dispuesto que puede ser visto a través del ejercicio del amor, en cada servicio, en cada entrega, en cada ayuda, en cada palabra, en cada persona él puede ser hallado, pues la experiencia de su amor nos conduce a la plenitud de su gloria y ella permanece en nosotros para que los demás puedan experimentarla.
Cuando el amor se hace visible en nuestras acciones que son concordantes en todo sentido con lo que pensamos y decimos entonces el amor se manifiesta en unidad y todo aquel que lo ha experimentado puede hacerlo notorio a su semejante.
Dios es un camino de reconexión, de reconocer, o sea volver a conocer algo que ya conocíamos pero que habíamos perdido. De modo que reconocer a Cristo no es otra cosa que volver a reconocer aquello que nos es conocido, Cristo no es difícil de conocer a menos que decidas descartarlo, que por tus propios medios elijas el engaño.
Cuando por la fe el amor de Dios se hace manifiesto a nosotros en su plenitud, entonces podemos comparecer ante Dios con confianza, sin temor, porque empezaremos a vivir como el vivió, con una confianza plena en el Padre aunque su final no pareciese el de un mesías glorioso, si es el mesías que la humanidad necesita, un Salvador.
Juan menciona que en el amor no hay temor, porque si existe algún atisbo de este entonces no es amor. El temor necesita ser confrontado en nuestras vidas porque mientras él se mantenga el amor de Dios no puede ser experimentado en profundidad y unidad. El temor limita nuestra percepción del amor de Dios, lo condiciona, lo exprime, pero cuando el temor es trascendido, el amor puede ser manifestado en toda su plenitud.
Quien afirme que ama a Dios debe como resultado de esta ecuación amar a su prójimo, de no hacerlo solo demostraría que es un farsante, que pretende amar a quien no conoce, y de quien no ha experimentado su amor. El interesante que primero debamos amar aquello que no vemos, para que podamos amar lo que es visible. Si el amor no surge en el interior, no puede ser llevado al exterior, sencillamente porque el exterior no es fuente de amor, en el exterior solo puedes percibir lo externo, y el amor no es algo externo, es algo interior.
El amor no puede ser contenido, solo puede ser entregado, quien ha sido amado por Dios y se ha vuelto una experiencia de vida, entonces será movido a amar a su prójimo, no necesita ser una orden, el amor surgirá naturalmente de aquellos que se sienten amados.

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