miércoles, 4 de septiembre de 2019

Tiempo... Santiago 4. 11 - 12



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Hermanos, no hablen mal unos de otros. El que habla mal de su hermano, o lo juzga, habla mal de la ley y la juzga. Y si juzgas a la ley, te haces juez de ella en vez de obedecerla. 
Solamente hay uno que ha dado la ley y al mismo tiempo es Juez, y es aquel que puede salvar o condenar; tú, en cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?” 
Santiago 4. 11 – 12

Hoy más que nunca vemos en la sociedad el juzgar lo que otros hacen y de ser posible enjuiciarlos y que reciban el castigo máximo posible. Nuestras sobremesas se llenan de críticas hacia el compañero de trabajo o nuestros amigos, las comidas de los domingos se basan en la “crítica santa” de mira lo que ha hecho aquel o mira como venía vestida aquella. ¡Cuánto tiempo dedicamos en juzgar a los demás! Nos encanta hablar de los que nos rodea y si tenemos la oportunidad no dudaremos en hablar mal de ellos.
Si bien esto se ha acrecentado, esto es una práctica antigua, ya desde que Adán le dijese a Dios que la mujer que tú me diste me hizo comer, ahí empezó la crítica, y ante esto una advertencia en estos versículos.
Las últimas palabras del texto lanza una pregunta de urgente necesidad que tenemos que respondernos a nosotros mismos, “¿Quién eres tú que juzgas a tu prójimo?” Y es necesario que la respondamos para ver lo equivocados que estamos.
¿Cómo podré yo juzgar a alguien por su pecado cuando yo peco más aún que él? Creer lo contrario sería una irresponsabilidad.
Si el apóstol Pablo es capaz de decir que él es el primero de los pecadores, ¿podremos decir nosotros que otro peca más que nosotros? De ninguna manera.
Ahora bien, esto no nos quita la responsabilidad que tenemos de amar al prójimo, hay una diferencia abismal entre hablar mal y juzgar a lo demás y las instrucciones que Pablo nos dejó “hermanos, aún si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.” 
En otras palabras, debemos fijarnos que hacen los demás, no como un motivo para juzgar sino para restaurar al caído, siempre desde la vista que cada uno de nosotros podemos encontrarnos en la misma situación.
Hoy es un buen día para ser restauradores y no destructores, ¿no es esto verdadero amor al prójimo?
Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario