viernes, 27 de septiembre de 2019

Tiempo... 3 Juan 1. 11 - 12



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Querido hermano, no sigas los malos ejemplos, sino los buenos. El que hace lo bueno es de Dios, pero el que hace lo malo no ha visto a Dios. Todos, incluso la verdad misma, hablan bien de Demetrio.
También nosotros hablamos en favor suyo, y tú sabes que decimos la verdad”.  3 Juan 1. 11 - 12

Demetrio era uno de los predicadores itinerantes que recorrían ciudades y pueblos en el siglo primero, hombres humildes, desconocidos y olvidados. Eran como los miembros de un gran ejército que propagó el Evangelio por todo el Imperio Romano, y gracias a cuya labor pudo decirse que todo el mundo Romano de aquel tiempo, fue totalmente evangelizado.
Demetrio fue una de las luces brillantes en el Nuevo Testamento, un creyente que vivió para Dios una vida de santidad. En la actualidad y alrededor nuestro, hay multitudes como él, no son cristianos sobresalientes.
Son sencillamente creyentes que practican la santidad, realizando la tarea que Dios les ha encomendado. De una manera humilde, quizás solo están enseñando a un pequeño grupo de estudiantes de la Biblia. Otros, se dedican a enseñar a los discapacitados. Son personas que no están buscando protagonismo ni notoriedad.
No ocupan cargos importantes y se limitan a formar parte de la iglesia de una forma que casi pasa desapercibida para la mayoría, pero son realmente las columnas de la iglesia. Llevan el peso del trabajo y animan al predicador o a las autoridades de la iglesia.
Tenemos que dar gracias a Dios por ellos, porque constituyen una gran mayoría de la iglesia.
La verdadera prueba de la vida cristiana no tiene lugar en los lugares públicos, respaldados por el aplauso y los elogios.
La verdadera vida cristiana se vive cada día andando como el Señor Jesús anduvo.
Dios les bendiga abundantemente.

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