martes, 17 de septiembre de 2019

Tiempo... 1 Juan 1. 5 - 7



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Éste es el mensaje que Jesucristo nos enseñó y que les anunciamos a ustedes: que Dios es luz y que en él no hay ninguna oscuridad. 
Si decimos que estamos unidos a él, y al mismo tiempo vivimos en la oscuridad, mentimos y no practicamos la verdad. Pero si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces hay unión entre nosotros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado”.  1 Juan 1. 5 – 7

El libro del el Peregrino nos narra la historia de Cristiano, el cual consigue un libro que le avisa de la inminente destrucción de su ciudad. Al salir se encuentra con Evangelista, el cual le indica que su destino es seguir en el camino angosto y no apartarse de él. En el transcurso encuentra algunos que intentan disuadirle y por momentos lo consiguen llevándolo hacia otros caminos que llevan a la perdición.
Juan nos va a presentar en su carta varias evidencias de aquellos que son hijos de Dios, no para condenar, sino para que nuestro gozo sea completo, y en este pasaje están las primeras evidencias.
Cristo es luz, no existe oscuridad en Él, Él brilla e ilumina la tierra, es quien da luz, es puro y blanco, sin pecado ni maldad, su camino es el de la luz, y cuando su luz nos alcanzó fue entonces cuando toda nuestra maldad quedó al descubierto, vimos nuestro pecado y nos arrepentimos. En su camino de luz, deja visible todo lo malo.
¿Por qué camino estamos andando?
Vivimos en un mundo lleno de tinieblas, un mundo que adora y desea la oscuridad, donde dan rienda suelta al pecado y a los placeres del hombre, pero nosotros no debiéramos ir nunca por esos caminos, sino todo lo contrario, caminar en el camino de la luz y al caminar por este camino nos llenaremos de luz y alumbraremos allí donde estemos.
Caminar en el camino del mundo es incompatible a caminar con Dios, quizá por un tiempo abandonemos el camino bueno, pero llegará el día en que volvamos, no por nuestros méritos, sino por los de su sangre, la cual nos limpia de todo pecado, nos ilumina y nos purifica.
Dios les bendiga abundantemente.



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