viernes, 13 de septiembre de 2019

Tiempo... 2 Pedro 1. 4 - 8



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Por medio de estas cosas nos ha dado sus promesas, que son muy grandes y de mucho valor, para que por ellas lleguen ustedes a tener parte en la naturaleza de Dios y escapen de la corrupción que los malos deseos han traído al mundo. 
Y por esto deben esforzarse en añadir a su fe la buena conducta; a la buena conducta, el entendimiento; al entendimiento, el dominio propio; al dominio propio, la paciencia; a la paciencia, la devoción; a la devoción, el afecto fraternal; y al afecto fraternal, el amor. Si ustedes poseen estas cosas y las desarrollan, ni su vida será inútil ni habrán conocido en vano a nuestro Señor Jesucristo”. 
2 Pedro 1. 4 - 8

Las promesas nos han sido confiadas con un propósito, servir de faro en medio de la oscuridad para que podamos guiarnos, ser iluminados en medio de los malos deseos que gobiernan la mente, para vivir en victoria sobre el pecado. En nuestro ser habitan 2 naturalezas, una divina y una terrenal. El mundo vive alimentando y fortaleciendo la naturaleza carnal que nos domina, más el hombre espiritual busca trascenderla para ir en pos de lo eterno, lo imperecedero, lo divino.
Pedro nos exhorta a esforzarnos por añadir cosas a aquello que ya es evidente en la vida del creyente, fe.
Nadie puede buscar lo divino sin fe, la fe es un faro que nos guía y nos permite crecer. Pedro empieza por la fe, esa fe salvadora con la que empezamos a ser conscientes del pecado y de nuestra naturaleza carnal, además de ser conscientes de la presencia de Dios, este es el comienzo que todo creyente descubre al momento de su nuevo nacer.
Luego pide que a esta fe añadamos virtud, porque hemos contaminado nuestro ser y esa naturaleza divina de la cual tenemos parte empieza a conducirnos hacia un nuevo estado, en donde podemos elegir ahora con libertad lo que hemos de hacer, que camino elegir ya sin condicionamientos.
Luego nos pide que añadamos a la virtud entendimiento, de nada nos sirve cambiar si no entendemos el porqué, y para llegar al entendimiento del que nos habla Pedro no solo es necesario el conocimiento de las Escrituras y de Dios, sino también que este conocimiento sea revelado a nuestro interior, que se convierta, no solo en un conocimiento, es diferente conocer algo que saberlo, existen dos tipos de sabiduría una terrenal y una divina. La sabiduría terrenal puede enseñarte lo que debes entender, pero solo la sabiduría divina puede dártelo a conocer.
Ahora añade al entendimiento dominio propio, pues de nada nos sirve conocer algo, si ese algo no puede ser puesto en práctica, no podemos solo hablar de santidad, necesitamos vivirla, experimentarla para que el conocimiento y la revelación se completen, la práctica del dominio propio es la práctica de la negación de esa vieja naturaleza.
Seguimos añadiendo constancia, perseverancia, diligencia para ir en pos de lo eterno, de su reino y justicia, que surge en la medida en que morimos a nosotros mismos.
Luego de que hemos añadido todo esto el crecimiento, pueden hacerse evidentes los frutos del Espíritu en amor.
Pedro nos dice que si abundan estas cosas en nosotros creceremos en el conocimiento de Cristo y además como resultado de ello evitaremos ser inútiles e improductivos para su reino.
Dios los bendiga abundantemente.

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