sábado, 1 de junio de 2019

Tiempo... 1 Corintios 6. 9 - 12


TIEMPO DE REFLEXIÓN

¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios?  ¡No se dejen engañar! 
Ni los fornicarios,  ni los idólatras,  ni los adúlteros,  ni los sodomitas,  ni los pervertidos sexuales,  ni los ladrones,  ni los avaros,  ni los borrachos,  ni los calumniadores,  ni los estafadores heredarán el reino de Dios.  Y eso eran algunos de ustedes.  Pero ya han sido lavados,  ya han sido santificados,  ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios. "Todo me está permitido",  “pero no todo es para mí bien”.  "Todo me está permitido",  “pero no dejaré que nada me domine”. 
1 Corintios 6. 9 – 12.

Nos dejamos engañar por vanas filosofías, o por ministros que se empeñan en que aceptemos lo que la palabra menciona que es categóricamente pecado, no podemos permitir que tendencias reformistas o ecuménicas basadas en mentiras, nos engañen, el pecado debe ser denunciado, predicado y echado fuera de nuestras vidas. Sin luz en cada área de nuestras vidas, solo habrá tinieblas, que ejercerán el dominio que nosotros mismos les damos.
El hombre espiritual no debe tener ninguna contemplación con el pecado, ni el pueblo de Dios debe caer en manos de hombres de perverso corazón que solo apartaran a las ovejas. El reino de Dios es la manifestación de la unidad en Dios, en la cual el pecado no tiene cabida, solo un limpio corazón, la fe y la gracia, hayan cabida, en el Reino de Dios.
Debemos compartir el evangelio con aquellos que practican estas cosas, porque así fuimos llamados todos nosotros, traídos de las tinieblas a la luz, pero lo que si no podemos es tolerar esto dentro de la congregación, los ministerios y en especial sobre nuestras propias vidas y familias.
Para aquel que ha entendido con madurez la verdad, sabrá que todo está permitido, pero no todo redundara en bienestar para nuestra vida, el problema es que cuando permitimos que estas cosas se tornen comunes en nuestras vidas, perdemos la capacidad de discernir el mal que nos pueden llegar a causar.
Hay ciertas acciones que nos parece que no le hacen mal a nadie y quizá sea cierto, pero tenemos que pedir la dirección del Espíritu Santo y preguntarnos qué haría Jesús en esos casos.
No debemos actuar conforme a emociones, sino conforme a la voluntad de Dios, pero esa conexión se manifiesta en nuestra vida de acuerdo a la comunión que tengamos con el Padre.
 Por eso quien madura en la fe, entiende que debe evitar todo tipo de cosas que sabe podrían dejar de edificar su vida espiritual.
Dios les bendiga abundantemente.

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