sábado, 22 de junio de 2019

Tiempo... 2 Corintios 10. 3 - 5



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Es cierto que somos humanos, pero no luchamos como los hombres de este mundo. Las armas que usamos no son las del mundo, sino que son poder de Dios capaz de destruir fortalezas.
Y así destruimos las acusaciones y toda altanería que pretenda impedir que se conozca a Dios. Todo pensamiento humano lo sometemos a Cristo, para que lo obedezca a él”  2 Corintios 10. 3 – 5

El apóstol Pablo dice: "aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas" (10. 3-4).
Está diciéndonos algo muy importante, no tenemos que entrar en el círculo de acciones que el mundo, la sociedad que no está basada en Cristo, nos propone. O en lo que nos propone nuestra propia naturaleza humana caída. Generalmente tiene que ver con dejarse llevar por lo primero que nos brota, por ejemplo, abofetear al que me abofetea, o responder agresivamente al que me acusa agresivamente.
Es decir, no pelear con las armas del mundo, no usar los mismos parámetros, ni para defendernos, ni para analizar las situaciones, ni para comprender nuestra vida, ni para conocer a las personas. Ni siquiera al mirarnos a nosotros mismos.
Si alguna persona sabe cuáles son las intenciones de nuestro interior, somos nosotros, y no los demás. Las conclusiones que los demás puedan sacar están vinculadas por lo que se ve, pero lo importante es lo que no se ve. Si yo sé que lo que la otra persona no está viendo al criticarme contradice lo que están diciendo de mí, es importante que me mantenga firme en ese conocimiento y haga oídos sordos de las críticas.
Distinto es cuando nos reprende por algo que hacemos mal. Pero lo importante es que no juzguemos apresuradamente al que nos reprende.
Aunque alguien había hablado mal de Pablo tratando de difundir una mala imagen de él en la comunidad. Pablo, sabía que los demás lo conocían suficientemente bien para saber hasta dónde creer en esas críticas. Pero se toma el trabajo de alertar a los corintios acerca de los parámetros con los que tenemos que manejarnos.
En definitiva, la clave de todo esto está en que "destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo" (10.5).
Destruimos argumentos porque lo que se nos critica con palabras, lo rebatimos con obras, y no entramos en el juego de la discusión inútil sobre temas en los que en realidad, la otra persona sólo tiene como objetivo discutir. Usamos armas espirituales: transparencia en nuestras motivaciones, apertura y confidencialidad, confianza, respeto, amabilidad, calma, oración, palabra de Dios.
Dios les bendiga abundantemente.

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