jueves, 20 de junio de 2019

Tiempo... 2 Corintios 8. 12 - 15



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Porque si alguien de veras quiere dar, Dios le acepta la ofrenda que él dé conforme a sus posibilidades. Dios no pide lo que uno no tiene.
 No se trata de que por ayudar a otros ustedes pasen necesidad; se trata más bien de que haya igualdad. Ahora ustedes tienen lo que a ellos les falta; en otra ocasión ellos tendrán lo que les falte a ustedes, y de esta manera habrá igualdad. Como dice la Escritura: «Ni le sobró al que había recogido mucho, ni le faltó al que había recogido poco.»  2 Corintios 8. 12 – 15.

Pablo dice aquí, no importa cuánto doy, lo que cuenta es la actitud con la que lo hago. Varias veces a lo largo del capítulo se destaca la buena voluntad de los corintios al compartir, la predisposición que tienen, la iniciativa. No importa tanto que compartamos una gran cantidad, sino que seamos solícitos, que siempre estemos dispuestos a compartir lo que sea que otro necesite, siempre y cuando lo tengamos. "Porque si uno lo hace de buena voluntad, lo que se da es bien recibido según lo que tiene, y no según lo que no tiene" (8.12).
A veces creemos que decir que no ante la necesidad de otro es un fallo en compartir. Sin embargo, si nuestra actitud, nuestra predisposición, es a compartir siempre, podríamos suponer que si en algún momento digo que no es porque en verdad no tengo lo que esa persona necesita de mí, o no lo tengo en un grado en que pueda ofrecerlo. Si es dinero, porque tal vez no estoy teniendo de sobra para las necesidades de mi familia. Si es una actitud hacia otros, a lo mejor porque estoy atravesando un momento difícil.
A veces nos sobre exigimos, y tenemos que ser también pacientes con nosotros mismos, no presionarnos de más en lo que respecta a compartir, porque a veces, si decimos que no, es simplemente porque no estamos en condiciones.
Lo más importante es que al compartir, básicamente comparta todo lo que soy y lo que tengo, y que lo haga con el objetivo de que todos puedan disfrutar de todo a cada momento. "Es más bien una cuestión de igualdad" (8.13), dice Pablo.
Igualdad en cuanto a las cosas de las que tenemos oportunidad de participar en nuestras vidas, en cuanto a las bendiciones que disfrutamos según lo que Dios mismo nos va dando o haciendo en nosotros.
Dios entregó a su Hijo, en toda su riqueza, para que nosotros fuéramos ricos en su gloria, y nos impulsa a brindar todo lo que esa gloria genera en nosotros, para que haya, en su nombre y en su poder, igualdad.
Dios les bendiga abundantemente.

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