viernes, 14 de junio de 2019

Tiempo... 2 Corintios 2. 5 - 8



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Si alguno ha causado tristeza, no me la ha causado sólo a mí, sino hasta cierto punto también a todos ustedes. Digo «hasta cierto punto» para no exagerar.
 El castigo que la mayoría de ustedes le impuso a esa persona, ya es suficiente. Lo que ahora deben hacer es perdonarlo y ayudarlo, no sea que tanta tristeza lo lleve a la desesperación. Por eso les ruego que nuevamente le demuestren el amor que le tienen”. 
2 Corintios 2. 5 – 8.

Todos somos más o menos orgullosos, en un punto o en otro, y nos dolemos cuando nos reprenden. Están atacando nuestro orgullo, nuestra intención de ser personas que hacen las cosas bien.
Deberíamos estar siempre preparados para darle lugar a la corrección. A veces las personas nos corrigen algo que no es cierto. Otras veces sí lo es, pero lo negamos por orgullo, porque reconocer nuestro error es reconocer nuestra vulnerabilidad a equivocarnos, y eso implica a veces mirar lugares de nosotros mismos que no nos gustan mucho, y además implica que hay cosas que tenemos que cambiar. Nos saca de nuestra zona de comodidad.
Pero es importante que al menos reflexionemos por un momento si lo que nos corrigen es cierto o no. Y si es cierto, tenemos que saber que la reprensión, aunque venga a través de una persona, viene de parte de Dios. Él mismo tiene un objetivo al corregirnos.
Pablo nos propone una mirada totalmente diferente, que se corresponde con el objetivo que él mismo tiene al reprender, y con el que Dios mismo tiene al reprendernos. El objetivo, al reprender, tiene que ser que el otro pueda ser un perfume agradable para Cristo y para los demás. Que al mirar su corazón, Dios pueda gozarse en él. Que esa otra persona pueda vivir con mayor intensidad en el amor y el gozo del Señor.
Si el objetivo al reprender es el bienestar de esa otra persona, eso es reprender con amor.
Cuando marcamos a otro su error para corregirlo también debemos perdonarlo por ese error.
Dios nos perdonó a nosotros, y nos perdona constantemente, así que también podemos perdonar a otros.
Dios le bendiga abundantemente.

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