sábado, 22 de junio de 2019

Leyendo... 2 Corintios capítulo 10



LECTURA DIARIA:
2 Corintios capítulo 10

Los oponentes de Pablo cuestionaron su autoridad. La mayoría de los corintios estuvieron del lado de Pablo. Sin embargo, una minoría siguió diciendo que en sus cartas era estricto, pero que en persona no tenía autoridad.

Como Pablo, somos simples y frágiles humanos, pero no necesitamos usar planes y métodos humanos para ganar nuestras batallas. Las poderosas armas de Dios están disponibles para pelear contra las "fortalezas" de satanás. Los cristianos deben decidir qué métodos emplearán, los de Dios o los del hombre. Pablo nos asegura que las poderosas armas de Dios son efectivas: oración, fe, esperanza, amor, la Palabra de Dios, el Espíritu Santo.
Estas armas pueden destruir el argumento del orgullo humano que se levanta contra Dios y los muros que satanás construye para que la gente no encuentre al Señor. Al enfrentar al orgullo que aparta a las personas de su relación con Dios, podemos vernos tentados a utilizar nuestros propios métodos. Pero nada puede derribar estas barreras como las armas de Dios.
Pablo usó términos militares para referirse a esta guerra contra el pecado y satanás. Dios debe ser el comandante en jefe, inclusive nuestros pensamientos deben someterse a su control si vivimos para El.
Aquellos que se oponían a Pablo lo presentan como débil y sin autoridad, pero Pablo les recuerda a los corintios que tiene poder y autoridad de Cristo. Los falsos maestros inducían a la gente a desconocer a Pablo, pero él les explica que las palabras de su carta deben ser tomadas con mucha seriedad. Tenía autoridad porque él y sus colaboradores habían sido los primeros en traer el evangelio a Corinto. En base a su autoridad sobre ellos, Pablo les escribe para ayudarles a crecer.
Algunos decían que las palabras de Pablo eran vacías. Grecia era conocida por sus oradores elocuentes y persuasivos. Evidentemente, algunos estaban juzgando a Pablo comparándolo con otros disertantes que habían escuchado y quizás no era uno de los predicadores más poderosos. Pero respondió obedientemente al llamado de Dios e introdujo el cristianismo en el Imperio Romano.
Pablo criticó a los falsos maestros que procuraron demostrar su bondad comparándose con otros en vez de hacerlo con las normas Dios. Cuando nos comparamos con otros, podemos sentirnos orgullosos porque pensamos que somos mejores. Pero cuando nos medimos con las normas de Dios, llega a ser obvio que no somos lo suficientemente buenos.
Es mucho mejor buscar la aprobación de Dios antes que la de los hombres.

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