domingo, 30 de junio de 2019

Tiempo... Gálatas 4. 1 - 6



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“En otras palabras,  mientras el heredero es menor de edad,  en nada se diferencia de un esclavo,  a pesar de ser dueño de todo.
Al contrario,  está bajo el cuidado de tutores y administradores hasta la fecha fijada por su padre. Así también nosotros,  cuando éramos menores,  estábamos esclavizados por los principios de este mundo. Pero cuando se cumplió el plazo,* Dios envió a su Hijo,  nacido de una mujer,  nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley,  a fin de que fuéramos adoptados como hijos. Ustedes ya son hijos.  Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo,  que clama: "¡Abba!  ¡Padre!"  Gálatas 4. 1 - 6

Cuando empezamos a descubrir el conocimiento de Dios, podemos encontrarnos viviendo o aun experimentando la vida de un esclavo, porque no hay diferencia entre uno y el otro, pues mientras no conozcamos y entendamos que es heredero y cuál es la promesa, nuestra vida espiritual en nada se diferencia del esclavo. Pero en la medida en que crecemos empezamos a descubrir lo que a Él le pertenece y a donde el también pertenece.
Como todo el crecimiento espiritual tiene su proceso, no ocurre de la noche a la mañana, aunque si difiere según la entrega, para que así mismo podamos crecer en la gracia que nos permita reclamar nuestra herencia.
Mientras crecemos espiritualmente, continuamos sometidos por los principios de este mundo, que nos arrastran a la mentira y el engaño, hasta que por su gracia, crecemos y podemos reconocerlos y dejarlos atrás, para seguir el propósito.
El cumplimiento de la promesa llego cuando Cristo fue enviado y cumplió con todo lo que la ley exigía a aquel que quería ser salvado. Cristo nació en la carne, y vivió bajo la ley, tuvo que lidiar con su cumplimiento y su superficialidad, para poder llegar a lo profundo y de esta manera podérselo comunicar a la humanidad.
Al cumplir con los requisitos de la ley, nos justificó mediante su obra y vida, para que al creer, podamos ser adoptados como hijos, y para que siendo hijos podamos vivir en unidad con él.
Necesitas entender esto, somos hijos, ya no somos esclavos del pecado, ahora tenemos la potestad de ejercer dominio propio y el poder para romper con toda cadena de esclavitud.
Al entender que somos hijos, también debemos comprender que los hijos son aquellos a quienes Dios ha enviado su Espíritu, para que podamos clamar como hijos y decir: Papito, Padre, amado.
Dios los bendiga abundantemente.

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