domingo, 17 de marzo de 2019

Tiempo... Lucas 23. 44 - 46



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad.
Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.  Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo”.  Lucas 23. 44 - 46

El drama del Calvario duró aproximadamente seis horas, comenzó alrededor de las nueve la mañana cuando Jesús fue clavado en la cruz, llegó a su clímax al mediodía cuando el sol se oscureció y las tinieblas cubrieron la tierra y culminó a las tres de la tarde cuando se articulan las últimas palabras del condenado: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Antes que el sol declinara los dirigentes judíos pidieron a Pilato que los cuerpos fueran retirados de la cruz debido a la cercanía de la fiesta de la Pascua. El centurión y los soldados a cargo de la ejecución quebraron las piernas de los dos ladrones y cuando llegaron a Jesús certificaron su muerte clavando una lanza en el costado, del cual salió sangre y agua.
José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo de Jesús y lo colocó en el sepulcro.
Los discípulos entraron en un estado depresivo en el que se conjugaban la tristeza, el llanto y el miedo. Habían sido invadidos por una sensación de derrota definitiva.
Cuantas veces nosotros nos encontramos en el mismo estado de los discípulos, deprimidos, llenos de tristeza, llanto y miedo, pero ellos con justa causa, no entendían lo que estaba pasando, creían que su Maestro estaba muerto.
Hoy no tenemos excusa de estar así, a menos que sigamos mirando a Jesús colgado en la cruz, Cristo está vivo.
Él vive, y el mensaje de esperanza es para todos: “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia”. Solo tenemos que creer.

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