domingo, 10 de marzo de 2019

Leyendo... Lucas capítulo 16



LECTURA DIARIA:
Lucas capítulo 16

La parábola del mayordomo deshonesto ilustra la mayordomía de la riqueza. Jesús no aprueba el fraude del mayordomo, pero elogia su prudencia al usar las oportunidades del presente para incrementar su futuro patrimonio.

Jesús no sugiere que una persona deba comprar su entrada al cielo, sino pone de relieve que la forma en que se ejercita la mayordomía constituye una prueba de nuestra relación con Dios. Dios prueba la capacidad para recibir las verdaderas riquezas del cielo por el uso que hacemos de las posesiones materiales. La actitud hacia el dinero es una señal de la sumisión ante Dios, o la rebelión en su contra.
Debido a que los fariseos amaban el dinero, hicieron una excepción con la enseñanza de Jesús.
Los fariseos actuaban píamente para que otros los admiraran, pero Dios sabía lo que había en sus corazones. Consideraban que la riqueza mostraba la aprobación de Dios. El Señor detestó sus posesiones porque motivaron el abandono de su verdadera espiritualidad.
Juan el Bautista era la línea divisoria entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos. Con Jesús se hicieron realidad todas las esperanzas de los profetas. Enfatizó que su Reino cumplió la Ley (el Antiguo Testamento); no la abrogó (Mateo 5.17). No implantó un nuevo sistema, sino consumó el antiguo. El mismo Dios que obró a través de Moisés obraba mediante Jesús.
La mayoría de los líderes religiosos de la época de Jesús permitían que el hombre se divorciara de su esposa casi por cualquier motivo. Lo que Jesús enseñó en cuanto al divorcio fue más allá de lo que Moisés enseñó. Jesús dice en términos inequívocos que el matrimonio es un compromiso para toda la vida.
Los fariseos consideraban la prosperidad como una prueba de rectitud. Jesús los alarmó con esta historia donde se premia a un mendigo enfermo y se castiga a un hombre rico. El rico no fue al infierno por sus riquezas, sino por egoísmo. No alimentó a Lázaro, no le permitió entrar en su casa, ni cuidó de su salud. A pesar de sus muchas bendiciones, fue un hombre duro de corazón. El rico pensó que sus cinco hermanos sin duda creerían a un mensajero que resucitara. Pero Jesús dijo que si no creyeron a Moisés y a los profetas, los que siempre hablaban de la importancia de cuidar de los pobres, ni siquiera una resurrección los convencería. Los fariseos estaban aferrados a su manera de pensar y ni las Escrituras ni el Hijo de Dios mismo lograrían variar su posición.

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