martes, 12 de marzo de 2019

Tiempo... Lucas 18.8



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Lucas 18. 8


Pensemos un poco en esta pregunta de Jesús. “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”
La iglesia de hoy está centrada en la fe, abundan sermones sobre ella. Existen predicadores de la fe, maestros de la fe, movimientos de la fe, no obstante, tristemente lo que la mayoría de las personas consideran fe no lo es en absoluto. Muchos humanizan la fe, la describen como si solo existiera para ganancia personal o para llenar necesidades propias.
Hay definiciones como esta: “la fe es acerca de pedir lo que sueñas, si lo puedes soñar, lo puedes tener”. Esta fe es una fe atada a la tierra, arraigada en este mundo materialista.
Toda fe verdadera nace de una intimidad profunda con el Señor. Es la única forma de tener una fe que agrade a Dios. Esta intimidad establece un vínculo personal, una comunión y no siempre es para obtener solo cosas de Dios, es para hacer su voluntad a pesar de que no comprendamos sus planes o sus designios. Porque la fe va más allá de lo que podemos ver con los ojos humanos. Es la plena demostración de todo lo revelado por Dios como santo, justo y bueno.
El que se acerca a Dios, debe creer que Dios es, que existe; que es verdadero, aunque no lo ve. Esto es fe. Jesús llamó bienaventurados a todos los que creyeran en Él sin haberlo visto. Juan 20.29 “Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”.
¿Qué tan dispuestos estamos a tener fe en el Señor a pesar de que no veamos las respuestas a nuestras peticiones?
Todo lo queremos ya, pero a veces los resultados son en el tiempo de Dios.
Veamos lo que dice Hebreos 11.36-39 “Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido”.
¿Será que nuestra fe permanecerá firme aunque no alcancemos lo que anhelamos en esta tierra?
A menos que tengamos una fe verdadera como la de estos creyentes entenderemos que Dios proveyó cosas mejores para ellos, que iban más allá de sus expectativas terrenales.
Tener fe en Dios no nos garantiza una vida sin problemas; al contrario, por creer en Él recibiremos adversidades del mundo. Quizás mientras estemos en esta tierra no veamos el fruto de nuestro padecimiento, pero sí debemos estar seguros de que recibiremos en la eternidad todas las bendiciones que tenemos en Cristo y seremos perfeccionados junto con todos aquellos creyentes del Antiguo Testamento que murieron sin ver la promesa del Mesías cumplida y a pesar de esto fueron firmes en su fe.
Dios les bendiga abundantemente.

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