viernes, 22 de marzo de 2019

Tiempo... Juan 3. 16 - 21



TIEMPO DE REFLEXIÓN

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios." Juan 3. 16 – 21

Hay un cortometraje en youtube llamado el tren. Este es un fragmento de una película que muestra la historia de un jefe de estación y su hijo. El pequeño, jugando, acaba atrapado entre los mecanismos de las vías y el padre tiene un gran dilema, activar el mecanismo y que su hijo muera y salvar a todos aquellos que viajan en el tren o por el contrario, dejar las vías como están, salvar a su hijo y permitir que todos los pasajeros mueran. El corto muestra como muchos pasajeros no son buenas personas, da a entender que merecerían morir incluso para que el pequeño se salvase. Finalmente el padre hace lo correcto, activa los mecanismos, perdiendo así a su hijo y salvando a todos aquellos que viajaban en el tren.
Muchas veces se ha tratado de comparar este video con la obra Cristo, "porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios."
Estas palabras de Jesús es algo más que el simple sacrificio de un niño por salvar a los viajeros de un tren. Es una historia de elección, es una historia de obediencia, es una historia de amor, es una historia de ganancia divina. Aquí el que muere no es un pequeño niño, es Cristo, la luz rechazada, la santidad convertida en pecado, la muerte de Cristo no tiene su énfasis en el sufrimiento físico, sino que aquel que no había gustado el pecado, gustó el pecado de todos aquellos que son hijos de Dios. Estaba tan sucio y tan asqueroso por culpa de nuestras faltas que el Padre le abandonó.
Cualquier acto humano que comparemos con el sacrificio de Cristo es un insulto a Dios. Cada hombre que existe en la tierra merece morir, pero no Cristo, Él es una de las personas de Dios, no cometió ningún error, ningún pecado y aun así murió como un delincuente, para que aquellos a quien Dios escogió como sus hijos sean salvos a través de su sangre.
De esta manera tan increíble amó Dios, que ha dado la oportunidad a los que creen en Él, de ser sus hijos.
Este es el verdadero amor, que el justo muera por los injustos y los pecadores tengan vida y la tengan en abundancia.
Dios les bendiga abundantemente.

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