miércoles, 6 de marzo de 2019

Tiempo... Lucas 12. 35 - 40



TIEMPO DE REFLEXIÓN

 “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida.
Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos. Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá”.    
Lucas 12. 35 – 40.


El mundo está preparando todo, buscando de todo, menos esperando a Jesús. Piensan que es una fábula esta profecía.
Los muchos cristianos estamos viviendo como si fuese tardía esta profecía, estamos aceptando las costumbres y prácticas del mundo, acerca de acumular riqueza, acumular deudas, poner la esperanza en partidos políticos, y noticias de todo tipo.
El pueblo de Dios está dormido, porque está entretenido, ha hecho del entretenimiento su religión.
La Biblia en Efesios 5.14 nos motiva a estar despiertos, a levantarnos del sueño gracias a la luz de Jesús. Y en el versículo 15 nos insta a ser diligentes, aprovechando bien el tiempo. Un buen uso del tiempo es clave, ya que el enemigo quiere hacernos perder tiempo, para que no estemos en lo que nos ha mandado nuestro amo amado si no en las entretenciones escuetas y superfluas del mundo.
La otra situación por la que estamos en este letargo es que hemos caído en muchos engaños. En Marcos 13. 5-6 dice “Y Jesús comenzó a decirles: Mirad que nadie os engañe. Muchos vendrán en mi nombre diciendo: ``Yo soy el Cristo, y engañarán a muchos…”, por tanto, debemos hacer lo que Jesús nos dice “mirad”, sinónimo de estar atentos y pendientes de que nadie nos engañe con falsa doctrinas y palabras vanas, con sutiles engaños, como nos enseña Colosenses 2.8.
¿Cómo evitamos este engaño?
Lo evitamos aprendiendo con precisión la Palabra de Dios, haciendo de ella nuestro alimento diario para madurar como buenos hijos de Dios y vivir cada día conforme a Su voluntad.
Dios les bendiga abundantemente.

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