lunes, 11 de marzo de 2019

Leyendo... Lucas capítulo 17



LECTURA DIARIA:
Lucas capítulo 17

Jesús hizo esta advertencia a los líderes religiosos que enseñaban a sus prosélitos con hipocresía. Perpetuaban un sistema maligno. Una persona que enseña a otras tiene una responsabilidad muy seria.

Reprender no significa destacar cada pecado que vemos, sino mostrarle a la persona su pecado para que esta le preste atención, a fin de restaurarla en su relación con Dios y los demás seres humanos.
La petición de los discípulos al pedir más fe fue genuina; querían la fe necesaria para tal perdón radical. Pero Jesús no se refirió de forma directa a su inquietud, porque la cantidad de fe no es tan importante como su propósito y autenticidad.  La fe es una dependencia total en Dios y una disposición para hacer su voluntad. No es algo que nos ponemos para mostrar a otros. Es obediencia total y humilde a la voluntad de Dios, disposición para hacer lo que nos mande. La cantidad de fe no es lo más importante, sino la clase de fe en nuestro Dios todopoderoso.
El grano de mostaza es muy pequeño, pero está vivo y crece. Como esta semillita, una pequeña cantidad de fe genuina en Dios se enraizará y crecerá. Apenas visible al principio, empezará a esparcirse, primero bajo tierra y luego de manera visible.
Si obedecemos a Dios, solo cumplimos con nuestra obligación y debemos considerarlo un privilegio. La obediencia es nuestro deber, no un acto de caridad. Jesús no considera nuestro servicio sin sentido ni inútil, ni nos deja sin recompensa. Ataca la injustificable autoestima y el orgullo espiritual.
Algunas veces los leprosos entraban en remisión. Si un leproso pensaba que ya no tenía lepra, se suponía que debía presentarse a un sacerdote que podría declararlo limpio (Levítico 14). Antes que sanaran, Jesús envió a los diez leprosos al sacerdote, ¡y sanaron! Respondieron con fe y Jesús los sanó en el camino. Jesús sanó a los diez leprosos, pero solo uno regresó para darle las gracias. Es posible recibir grandes regalos de Dios con un espíritu ingrato, nueve de los diez leprosos actuaron así.
Este hombre además de leproso era samaritano, raza despreciada por los judíos por su idolatría y por ser medio judíos. Una vez más Lucas señala que la gracia de Dios es para todos.
Los fariseos preguntaron cuándo vendría el Reino de Dios sin darse cuenta de que ya había llegado. El Reino de Dios no es como uno terrenal con límites geográficos. Consiste en la obra del Espíritu de Dios en las personas y sus relaciones.
Antes de la venida del Señor muchos dirán ser el Mesías y otros que Jesús volvió, y bastante les creerán. Jesús nos advierte para que nunca tomemos en serio tales informes, sin importar cuán convincentes resulten. Cuando Jesús vuelva, su poder y presencia será evidente para todos. Nadie necesitará difundir el mensaje porque todos lo verán. La vida andará por su rumbo el día que Cristo vuelva. No habrá advertencia previa. La gente cumplirá sus tareas cotidianas, indiferente a las demandas de Dios. Se sorprenderá con la venida de Cristo, como las personas en el día de Noé cuando vino el diluvio (Génesis 6.8) o la gente en los días de Lot durante la destrucción de Sodoma (Génesis 19). No sabemos el día ni la hora del regreso de Cristo, pero sabemos que vendrá. Quizás sea hoy o mañana o en siglos futuros. De cualquier modo debemos estar listos.
Jesús advirtió en contra de una falsa seguridad. Debemos abandonar los valores y preocupaciones de este mundo a fin de estar listos para la venida de Cristo. Esto ocurrirá de repente, cuando El venga no habrá una segunda oportunidad.
Para responder la pregunta de los discípulos del versículo 37, Jesús se refirió a un proverbio familiar. Un águila revoloteando sobre nuestra cabeza no significa mucho, pero la unión de muchas águilas significa un cuerpo muerto en descomposición. Asimismo, quizás "una señal del fin" no signifique mucho, pero cuando las señales se multiplican con rapidez, su Segunda Venida está cerca.

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