sábado, 9 de marzo de 2019

Leyendo... Lucas capítulo 15



LECTURA DIARIA:
Lucas capítulo 15

Los líderes religiosos se cuidaban mucho en mantenerse "limpios" conforme a la Ley del Antiguo Testamento.
Incluso iban más allá de la Ley en cuidarse de cierta gente, situaciones y en el ritual de purificación. En contraste, Jesús tomó el concepto de "limpieza" sin darle mucha trascendencia. Vino para ofrecer salvación a los pecadores, a mostrar que Dios los ama. Jesús no se alteró con las acusaciones que le hicieron. En cambio, siguió en busca de quienes lo necesitaban sin importarle su pecaminosidad y el efecto que podría causar en su reputación.
Debido a que cada oveja tiene un alto precio, el pastor sabe que vale la pena buscar la perdida con diligencia. El amor de Dios por cada persona es tan grande que busca la seguridad de cada una y se regocija cuando la "encuentra". Jesús se relacionó con los pecadores porque Él iba al encuentro de la oveja perdida, pecadores considerados sin esperanza, para darles las buenas nuevas del Reino de Dios.
Las mujeres palestinas recibían diez monedas de plata como regalo matrimonial. Estas monedas tenían un valor sentimental semejante al anillo de bodas y perder una era muy desesperante. Así como la alegría que significaría para una mujer hallar la moneda o el anillo extraviado, también los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente.
La herencia del hijo menor era un tercio, la del hijo mayor era de dos tercios (Deuteronomio 21.17). En la mayoría de los casos, la recibían al morir el padre, aunque algunos padres optaban dividir su herencia antes y retirarse de la administración de sus bienes. Lo que no es usual es que el hijo menor iniciara la división de los bienes. Mostraba así falta de respeto a la autoridad de su padre como cabeza de la familia.
De acuerdo a la Ley de Moisés, los cerdos eran animales inmundos. Esto significa que no se podían comer ni usar en sacrificios. Para protegerse de la contaminación, los judíos ni siquiera osaban tocarlos. Para un judío pararse delante de cerdos que se alimentaban era una gran humillación y para este joven comer lo que los cerdos dejaban era una degradación que iba más allá de lo creíble. El hijo menor llegó a lo más bajo.
A pesar de eso, el padre velaba y esperaba. Se enfrentaba a un ser humano con voluntad propia, pero estaba seguro que su hijo volvería. De la misma manera, el amor de Dios es persistente y fiel. Como el padre, nos espera con paciencia y desea que recobremos nuestros sentidos.
En la parábola del hijo pródigo, la respuesta del padre contrasta con la del hermano mayor. El padre perdonó porque estaba lleno de amor. El hijo se negó a perdonar por su despecho ante la injusticia de todo lo ocurrido. Con este resentimiento solo logró perderse el amor del padre. En esta parábola, el hermano mayor representaba a los fariseos airados y resentidos porque los pecadores eran bien recibidos en el Reino de Dios.

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