domingo, 10 de marzo de 2019

Tiempo... Lucas 16. 10 - 12



TIEMPO DE REFLEXIÓN

“El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho.
Por tanto, si no habéis sido fieles en el uso de las riquezas injustas, ¿quién os confiará las riquezas verdaderas? Y si no habéis sido fieles en el uso de lo ajeno, ¿quién os dará lo que es vuestro?”.  Lucas 16. 10 - 12

Uno de los problemas más profundos de la sociedad actual es la avaricia, y por esta se llega a la injusticia, que es pecado delante de Dios.  
Muchos quieren tener lo que no pueden obtener por medio del trabajo, o muchos no quieren trabajar, pero sí quieren tener de todo lo deseable y es por eso, que muchos tratan robar a otros, aplicando el dicho: "El vivo vive del tonto"
Un objeto, por más pequeño que sea, tiene su dueño; sin embargo a muchas personas les gusta ser dueños de lo ajeno, lo toman o lo piden prestado y se quedan con él.  Al comprar algunas cosas en la tienda, notamos que nuestro vuelto no está acorde, si nos falta, reclamamos de mal humor, pero si nos sobra, entonces muchos sonreímos y nos guardamos la plata en el bolsillo.  
También sucede al hacer fila para obtener algún tipo de servicio o negocio, tratamos de adelantarnos a los demás, ocupando su puesto, para así salir más rápido de la fila.  
Y ni qué decir de los que en su trabajo desperdician el tiempo "chateando", navegando o hablando por celular, tratando asuntos que no conciernen a su trabajo; o los que llegan tarde y salen antes de la hora señalada a almorzar o al cierre de la jornada, a sabiendas que ese tiempo es de la empresa o el lugar de trabajo.
Se trata de bienes menores, pero una persona que sea capaz de quedarse con lo ajeno así sea pequeño, también es capaz de incurrir en robos más grandes, en fraudes que signifiquen grandes sumas de dinero si ve la oportunidad; y al fin y al cabo pensarán que eso es dinero fácil y que es una bendición de "lo alto".
Las riquezas aquí en este mundo son pasajeras, las verdaderas riquezas se hallan en el Reino de los cielos.  
Imaginemos las moradas celestiales, la nueva Jerusalén con calles de oro y mar de cristal, esto no tiene precio, tampoco tiene comparación.  Este tipo de cosas, por supuesto, serán entregados a los fieles. Si fuimos fieles aquí en la Tierra.  Entonces podremos administrar lo mucho y lo verdadero que está en el reino de los cielos.
Hay que entregar nuestra vida a Jesucristo y recibirle como nuestro único Señor y Salvador; de esta forma seremos transformados en hombres fieles, enteramente preparados para recibir las riquezas en el Reino de los cielos.

Dios les bendiga abundantemente.

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