jueves, 14 de marzo de 2019

Leyendo... Lucas capítulo 20



LECTURA DIARIA:
Lucas capítulo 20

Un grupo de líderes quiso deshacerse de Jesús, de manera que trataron de atraparlo con su pregunta. Si Jesús decía que su autoridad venía de Dios, si abiertamente establecía que era el Mesías y el Hijo de Dios, lo acusarían de blasfemia y lo llevarían a juicio.
Jesús no se dejó atrapar, en cambio, volvió la pregunta en su contra. Esto puso al descubierto las intenciones que tenían y evitó que cayera en la trampa.
En esta parábola, que Jesús narra, los líderes religiosos comprendieron quienes eran los personajes. El dueño de la viña es Dios, la viña es Israel, los labradores son los líderes religiosos, los enviados del dueño son los profetas y sacerdotes que Dios envió a Israel a denunciar sus pecados, el hijo es el Mesías, Jesús, y los otros son los gentiles. La parábola de Jesús respondió de forma indirecta la pregunta de los líderes religiosos acerca de su autoridad. Además, les hizo ver que Él sabía que planeaban matarlo.
Al citar el Salmo 118.22, Jesús demostró a los incrédulos líderes que incluso su rechazo estaba profetizado en las Escrituras. Pasar por alto la piedra angular fue peligroso. Una persona podría tropezar o ser desmenuzada (juzgada y castigada). Los comentarios de Jesús eran velados, pero los líderes religiosos no tuvieron dificultad en interpretarlos. Quisieron arrestarlo de inmediato.
Jesús aprovechó el intento de sus enemigos al querer atraparlo y les dio una lección poderosa: Los seguidores de Dios tienen obligaciones legítimas hacia Él y los gobernantes. Pero lo más importante es mantener invariables nuestras prioridades. Cuando ambas autoridades están en conflicto, nuestra obligación hacia Dios siempre estará antes que nuestra obligación hacia las autoridades. Los espías pretendieron ser hombres sinceros al adular a Jesús antes de plantearle su pregunta engañosa, esperando tomarlo por sorpresa. Pero Jesús sabía lo que tramaban y se mantuvo al margen de su trampa.
Los judíos estaban furiosos por tener que pagar impuestos a Roma, de esta manera sostenían a un gobierno pagano y a sus dioses. Odiaban el sistema donde se permitía que los cobradores de impuestos pidieran exorbitantes sumas y se quedaran con el excedente. Ante la pregunta de estos hombres, si Jesús decía que debían pagar impuestos, lo podrían llamar traidor a su nación y a su religión. En cambio, si decía que no, informarían a Roma que era un rebelde. Los inquisidores de Jesús pensaron que esta vez lo habían atrapado, pero se equivocaron.
Los saduceos no creían en la resurrección de los muertos porque no encontraban mención de esto en el Pentateuco. Los saduceos decidieron atrapar a Jesús, así que le plantearon una pregunta que siempre dejaba perplejos a los fariseos. Después de contestar lo relacionado con lo del matrimonio, Jesús respondió la pregunta central acerca de la resurrección. Basó su respuesta en los escritos de Moisés, una autoridad que respetaban, quien afirmó creer en la resurrección. La declaración de Jesús no significa que la gente no reconocerá a sus familiares en el cielo. Simplemente denota que no debemos pensar del cielo como una extensión de la vida que ya conocemos. Nuestra relación en esta vida la limita el tiempo, la muerte y el pecado, pero Jesús afirma que las relaciones serán diferentes de las que usamos aquí y ahora. Aun así, Jesús no obvió ni menospreció su pregunta. La contestó y fue más allá, al verdadero asunto.
Los fariseos y saduceos hicieron sus preguntas. Ahora Jesús cambia las posiciones y les hace preguntas que van directo al asunto: ¿Qué pensaban acerca de la identidad del Mesías? Los fariseos sabían que el Mesías sería un descendiente de David, pero no comprendieron que las Escrituras también decían que sería más que un descendiente humano, sería Dios encarnado. Jesús se refirió al Salmo 110.1 para mostrarles que David mismo reconoció que Jesús sería Dios y hombre. Los fariseos solo esperaban un legislador humano que restaurara la grandeza de Israel como en los días de David y Salomón.
El asunto clave de la vida radica en qué creemos acerca de Jesús. Los fariseos y saduceos no podrían hacerlo y continuar divididos y confundidos en relación con su identidad.
Los escribas amaban los beneficios asociados con su posición y algunas veces estafaban a los pobres a fin de lograr mayor provecho. Dios reprenderá a las personas que usan su posición de responsabilidad para engañar a otros. Los líderes religiosos recibirán el mayor castigo, pues tras su apariencia de santidad y respetabilidad, eran arrogantes, astutos, egoístas y poco compasivos. Jesús puso al descubierto sus corazones malvados. Mostró que a pesar de sus palabras piadosas, pasaban por alto las leyes de Dios y hacían lo que mejor les convenía. Las obras religiosas no anulan el pecado. Jesús dijo que a estos líderes les espera la sentencia más severa de Dios, porque debían vivir como ejemplos de misericordia y justicia.

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