LECTURA
DIARIA:
Juan
capítulo 12
El
nardo puro era un ungüento aromático importado de las montañas de la India. Por
lo tanto, era muy costoso. El valor de la cantidad que usó María equivalía al
salario de un año.
Judas
usó una frase piadosa para ocultar lo que en verdad lo motivaba. Pero Jesús
sabía lo que había en su corazón. La vida de Judas se convirtió en una mentira
y el diablo entró en él.
Este
acto de maría fue singular y en una ocasión específica. Era una unción que
anunciaba el entierro de Jesús y una declaración pública de fe en El como el
Mesías. Las palabras de Jesús tras este incidente debieran haber enseñado a
Judas una valiosa lección con respecto al valor del dinero.
La
ceguera y la dureza de corazón de los principales sacerdotes los llevaron a
rechazar al Mesías y tramar matarlo.
Desde el punto de vista de los líderes judíos, podían acusar a Jesús de
blasfemia porque declaraba ser igual a Dios.
Jesús
inició su última semana sobre la tierra entrando a Jerusalén montado sobre un
asno bajo un cielo de ramas de palmera, entre una multitud que lo aclamaba como
su Rey. Para anunciar que en verdad era el Mesías, Jesús escogió un momento en
el que todo el pueblo de Israel estaba reunido en Jerusalén, un lugar donde
enormes multitudes le vieran y una forma de proclamar su misión que resultase
inconfundible.
La
gente que alababa a Dios por darle un Rey tenía una idea errónea en cuanto a
Jesús. Estaban seguros de que este sería un líder nacional que restauraría su
nación a su antigua gloria, y por eso permanecieron sordos a las palabras de
sus profetas y ciegos a la verdadera misión de Jesús. Cuando se hizo evidente
que Jesús no satisfaría estas esperanzas, muchas personas se volvieron en su
contra.
Después
de la resurrección de Jesús, los discípulos entendieron por primera vez muchas
de las profecías que pasaron por alto hasta ese momento. Las palabras y
acciones de Jesús cobraron nuevo significado y mayor sentido.
Jesús
debió morir para pagar la pena de nuestro pecado, pero también para mostrar su
poder sobre la muerte. Su resurrección prueba que tiene vida eterna. Como Jesús
es Dios, puede dar esta misma vida eterna a todo aquel que cree en El.
Muchos
creían que Jesús había venido sólo para los judíos. Pero cuando Jesús dijo:
"Si alguno me sirve, sígame", se dirigía también a todos.
Jesús
sabía que le aguardaba la crucifixión, sabía que debería cargar los pecados del
mundo y sabía que eso lo separaría de su Padre. Deseaba liberarse de esa muerte
horrible, pero sabía que Dios lo envió al mundo a morir por nuestros pecados,
en nuestro lugar. Jesús le dijo no a sus deseos humanos a fin de obedecer y
glorificar a su Padre.
La
multitud no podía creer lo que decía Jesús con respecto al Mesías. Batían ramas
de palmera para un Mesías victorioso que establecería un reino político
terrenal que nunca tendría fin. A partir de la lectura de ciertos pasajes,
pensaban que el Mesías nunca moriría. Las palabras de Jesús no concordaban con
el concepto que tenían del Mesías. En primer lugar, debía sufrir y morir;
después, algún día, establecería su reino eterno.
Jesús
dijo que estaría con ellos en persona por poco tiempo y que debían aprovechar
su presencia. Jesús realizó muchos milagros, pero la mayoría de las personas
seguían sin creer en El. Rehusaron creer a pesar de la evidencia. Como
resultado, Dios endureció sus corazones.
Muchos
líderes judíos no reconocían su fe en Jesús porque temían que los expulsaran de
la sinagoga (que era su vida) y perder así su posición de prestigio en la
comunidad.
El
propósito de la primera misión de Jesús sobre la tierra no fue juzgar a las
personas, sino mostrarles cómo encontrar la salvación y la vida eterna. Cuando
vuelva otra vez, uno de sus principales propósitos será juzgar a las personas
según la vida que llevaron en la tierra. Las palabras de Cristo que no quisimos
aceptar y obedecer serán las que nos condenarán.
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