TIEMPO DE REFLEXIÓN
“Os digo que pronto les hará justicia. Pero
cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Lucas
18. 8
Pensemos
un poco en esta pregunta de Jesús. “Pero cuando venga el Hijo del Hombre,
¿hallará fe en la tierra?”
La iglesia
de hoy está centrada en la fe, abundan sermones sobre ella. Existen
predicadores de la fe, maestros de la fe, movimientos de la fe, no obstante,
tristemente lo que la mayoría de las personas consideran fe no lo es en
absoluto. Muchos humanizan la fe, la describen como si solo existiera para
ganancia personal o para llenar necesidades propias.
Hay
definiciones como esta: “la fe es acerca de pedir lo que sueñas, si lo puedes
soñar, lo puedes tener”. Esta fe es una fe atada a la tierra, arraigada en este
mundo materialista.
Toda
fe verdadera nace de una intimidad profunda con el Señor. Es la única forma de
tener una fe que agrade a Dios. Esta intimidad establece un vínculo personal,
una comunión y no siempre es para obtener solo cosas de Dios, es para hacer su
voluntad a pesar de que no comprendamos sus planes o sus designios. Porque la
fe va más allá de lo que podemos ver con los ojos humanos. Es la plena
demostración de todo lo revelado por Dios como santo, justo y bueno.
El
que se acerca a Dios, debe creer que Dios es, que existe; que es verdadero,
aunque no lo ve. Esto es fe. Jesús llamó bienaventurados a todos los que
creyeran en Él sin haberlo visto. Juan 20.29 “Jesús le dijo: Porque me has
visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”.
¿Qué
tan dispuestos estamos a tener fe en el Señor a pesar de que no veamos las
respuestas a nuestras peticiones?
Todo
lo queremos ya, pero a veces los resultados son en el tiempo de Dios.
Veamos
lo que dice Hebreos 11.36-39 “Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más
de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba,
muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de
ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no
era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las
cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio
mediante la fe, no recibieron lo prometido”.
¿Será
que nuestra fe permanecerá firme aunque no alcancemos lo que anhelamos en esta
tierra?
A
menos que tengamos una fe verdadera como la de estos creyentes entenderemos que
Dios proveyó cosas mejores para ellos, que iban más allá de sus expectativas
terrenales.
Tener
fe en Dios no nos garantiza una vida sin problemas; al contrario, por creer en
Él recibiremos adversidades del mundo. Quizás mientras estemos en esta tierra
no veamos el fruto de nuestro padecimiento, pero sí debemos estar seguros de
que recibiremos en la eternidad todas las bendiciones que tenemos en Cristo y
seremos perfeccionados junto con todos aquellos creyentes del Antiguo
Testamento que murieron sin ver la promesa del Mesías cumplida y a pesar de
esto fueron firmes en su fe.
Dios les bendiga abundantemente.
Dios les bendiga abundantemente.
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