LECTURA
DIARIA:
Lucas
capítulo 17
Jesús
hizo esta advertencia a los líderes religiosos que enseñaban a sus prosélitos con
hipocresía. Perpetuaban un sistema maligno. Una persona que enseña a otras
tiene una responsabilidad muy seria.
Reprender
no significa destacar cada pecado que vemos, sino mostrarle a la persona su
pecado para que esta le preste atención, a fin de restaurarla en su relación
con Dios y los demás seres humanos.
La
petición de los discípulos al pedir más fe fue genuina; querían la fe necesaria
para tal perdón radical. Pero Jesús no se refirió de forma directa a su
inquietud, porque la cantidad de fe no es tan importante como su propósito y
autenticidad. La fe es una dependencia
total en Dios y una disposición para hacer su voluntad. No es algo que nos
ponemos para mostrar a otros. Es obediencia total y humilde a la voluntad de
Dios, disposición para hacer lo que nos mande. La cantidad de fe no es lo más
importante, sino la clase de fe en nuestro Dios todopoderoso.
El grano
de mostaza es muy pequeño, pero está vivo y crece. Como esta semillita, una
pequeña cantidad de fe genuina en Dios se enraizará y crecerá. Apenas visible
al principio, empezará a esparcirse, primero bajo tierra y luego de manera
visible.
Si
obedecemos a Dios, solo cumplimos con nuestra obligación y debemos considerarlo
un privilegio. La obediencia es nuestro deber, no un acto de caridad. Jesús no
considera nuestro servicio sin sentido ni inútil, ni nos deja sin recompensa.
Ataca la injustificable autoestima y el orgullo espiritual.
Algunas
veces los leprosos entraban en remisión. Si un leproso pensaba que ya no tenía
lepra, se suponía que debía presentarse a un sacerdote que podría declararlo
limpio (Levítico 14). Antes que sanaran, Jesús envió a los diez leprosos al
sacerdote, ¡y sanaron! Respondieron con fe y Jesús los sanó en el camino. Jesús
sanó a los diez leprosos, pero solo uno regresó para darle las gracias. Es
posible recibir grandes regalos de Dios con un espíritu ingrato, nueve de los
diez leprosos actuaron así.
Este
hombre además de leproso era samaritano, raza despreciada por los judíos por su
idolatría y por ser medio judíos. Una vez más Lucas señala que la gracia de
Dios es para todos.
Los
fariseos preguntaron cuándo vendría el Reino de Dios sin darse cuenta de que ya
había llegado. El Reino de Dios no es como uno terrenal con límites
geográficos. Consiste en la obra del Espíritu de Dios en las personas y sus
relaciones.
Antes
de la venida del Señor muchos dirán ser el Mesías y otros que Jesús volvió, y
bastante les creerán. Jesús nos advierte para que nunca tomemos en serio tales
informes, sin importar cuán convincentes resulten. Cuando Jesús vuelva, su
poder y presencia será evidente para todos. Nadie necesitará difundir el
mensaje porque todos lo verán. La vida andará por su rumbo el día que Cristo
vuelva. No habrá advertencia previa. La gente cumplirá sus tareas cotidianas,
indiferente a las demandas de Dios. Se sorprenderá con la venida de Cristo,
como las personas en el día de Noé cuando vino el diluvio (Génesis 6.8) o la
gente en los días de Lot durante la destrucción de Sodoma (Génesis 19). No
sabemos el día ni la hora del regreso de Cristo, pero sabemos que vendrá.
Quizás sea hoy o mañana o en siglos futuros. De cualquier modo debemos estar
listos.
Jesús
advirtió en contra de una falsa seguridad. Debemos abandonar los valores y
preocupaciones de este mundo a fin de estar listos para la venida de Cristo.
Esto ocurrirá de repente, cuando El venga no habrá una segunda oportunidad.
Para
responder la pregunta de los discípulos del versículo 37, Jesús se refirió a un
proverbio familiar. Un águila revoloteando sobre nuestra cabeza no significa
mucho, pero la unión de muchas águilas significa un cuerpo muerto en
descomposición. Asimismo, quizás "una señal del fin" no signifique
mucho, pero cuando las señales se multiplican con rapidez, su Segunda Venida
está cerca.
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