sábado, 30 de marzo de 2019

Leyendo... Juan capítulo 11



LECTURA DIARIA:
Juan capítulo 11

El pueblo de Betania estaba ubicado unos tres kilómetros al este de Jerusalén en el camino a Jericó.

Cuando su hermano se agravó, María y Marta acudieron a Jesús pidiendo ayuda. Creían que podía brindarles ayuda porque habían visto sus milagros. Jesús amaba a esta familia y a menudo les visitaba. Conocía su dolor, pero no respondió enseguida. Su demora tenía un propósito específico. Si Jesús hubiese estado durante los momentos finales de la enfermedad de Lázaro, es posible que lo hubiese sanado en lugar de dejarlo morir. Pero Lázaro murió para que el poder de Jesús sobre la muerte pudiese mostrarse a sus discípulos y a otros. La resurrección de Lázaro era una demostración esencial del poder de Cristo, y la resurrección es una creencia fundamental de la fe cristiana. Jesús no solo se levantó de entre los muertos (10.18), sino que tiene poder para levantar a otros.
Tomás "el que dudaba", aquí demostró amor y valor. Los discípulos conocían los peligros de ir a Jerusalén con Jesús e intentaron convencerlo para que desistiese de hacerlo. Tomás sencillamente expresó lo que sentían todos. Al fracasar sus objeciones, estuvieron dispuestos a ir e incluso morir con Jesús. Tal vez no entendían bien por qué Jesús iba a morir, pero eran leales.
Jesús tiene poder sobre la vida y la muerte, así como para perdonar pecados. Esto se debe a que Él es el Creador de la vida. Aquel que es la vida sin duda puede restaurar la vida. Todo aquel que cree en Cristo tiene una vida espiritual que la muerte no conquistará ni disminuirá de manera alguna.
A Marta se le conoce especialmente por haber estado demasiado ocupada para sentarse a hablar con Jesús. Pero aquí la vemos como una mujer de gran fe. Su declaración es exactamente la respuesta que desea Jesús de nosotros. Juan enfatiza el hecho de que contamos con un Dios que se interesa por nosotros. Este retrato contrasta con el concepto griego de Dios que era popular en aquel entonces: un Dios sin emociones que no se involucra con los humanos. Aquí vemos muchas de las emociones de Jesús: compasión, indignación, tristeza, incluso frustración. Con frecuencia expresó sus emociones profundas y nunca debiéramos temer revelarle nuestros verdaderos sentimientos. El los entiende, pues los experimentó. Sea sincero y no trate de ocultarle nada a su Salvador. A Él le interesa.
Cuando Jesús vio a los que lloraban y se lamentaban, lloró también, se identificó con el dolor de ellos.
En esa época las tumbas solían ser cuevas cavadas en la piedra caliza de la ladera de una colina. Muchas veces las tumbas eran de tamaño suficiente para que las personas caminasen dentro. En una tumba se colocaban varios cuerpos. Después del sepelio, se colocaba una gran piedra frente a la entrada de la tumba.
A pesar de encontrarse frente a frente con el poder de la deidad de Jesús, algunos no quisieron creer. Estos testigos no solo rechazaron a Jesús: también tramaron su muerte. Estaban tan endurecidos que preferían rechazar al Hijo de Dios antes que reconocer que estaban equivocados.
Los líderes judíos sabían que si no detenían a Jesús, los romanos los castigarían. Roma concedía libertad parcial a los judíos mientras se mantuviesen tranquilos y obedientes. Los líderes temían que el desagrado de Roma causase mayores dificultades a su nación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario