LECTURA
DIARIA:
Juan
capítulo 4
Ya
había surgido la oposición en contra de Jesús, en especial de parte de los
fariseos. Se sentían molestos con la popularidad y el mensaje de Cristo que
contradecía muchas de sus enseñanzas. Jesús apenas empezaba su ministerio, dejó
Jerusalén y viajó al norte, a Galilea.
Los
judíos odiaban esa raza mixta, que eran los samaritanos, porque sentían que
traicionaron a su gente y a su nación. Los samaritanos establecieron un lugar
alterno de adoración en el monte Gerizim paralelo al templo de Jerusalén,
destruido ciento cincuenta años atrás. Los judíos hacían todo lo posible por no
viajar a través de Samaria. La ruta a través de Samaria era más corta y esa fue
la que Jesús tomó.
El
pozo de Jacob estaba situado dentro de la propiedad que había pertenecido a
Jacob. No era un pozo de manantial, sino que el agua se acumulaba en el fondo
cuando caía la lluvia y el rocío. Los pozos mayormente estaban localizados en
las afueras de la ciudad, junto a los caminos principales. Dos veces al día, en
la mañana y en la tarde, las mujeres iban a sacar agua. Esta mujer fue al
mediodía, quizás para no encontrarse con otras personas debido a su reputación.
Aquí Jesús dio a esta mujer un mensaje extraordinario acerca del agua pura y
fresca que puede satisfacer la sed espiritual para siempre.
Jesús
cruzaba cualquier barrera por predicar las buenas nuevas y, quienes lo
seguimos, no podemos hacer menos.
Al
decir que podía dar agua viva que saciaría para siempre la sed, Jesús declaraba
ser el Mesías. Solo el Mesías podría dar este regalo que satisface la necesidad
del alma. La mujer no entendió de pronto lo que Jesús decía. Cuando esta mujer
se dio cuenta de que Jesús conocía su vida privada, en seguida cambió de tema. La
mujer puso en discusión un tópico teológico popular: el mejor lugar para
adorar. Pero su pregunta era una cortina de humo para proteger su profunda
necesidad. Jesús condujo la conversación hacia un punto más importante: la
ubicación del adorador no es ni remotamente más importante que la actitud del
adorador.
"Dios
es Espíritu" significa que el espacio físico no lo limita. Está presente
en todo lugar y puede adorarse en cualquier lugar, a cualquier hora. No es
dónde adoramos lo que cuenta, sino cómo adoramos.
Cuando
Jesús dijo "la salvación viene de los judíos", manifestaba que solo
por medio del Mesías, un judío, el mundo hallaría salvación. Dios prometió que
a través de la raza judía todas las naciones serían bendecidas (Génesis 12.3)
Los
profetas del Antiguo Testamento declararon que los judíos serían luz a las
naciones del mundo al llevarles el conocimiento de Dios, y anunciaron la venida
del Mesías judío que vendría a salvar a la nación y al mundo. La mujer que
estaba junto al pozo sabía estas cosas, por eso esperaba la venida del Mesías.
La "comida" a que Jesús se refiere es el alimento espiritual. Incluye
más que estudio bíblico, oración o asistencia a la iglesia. También nos
alimentamos haciendo la voluntad de Dios y ayudando a que la obra de salvación
se complete.
La
mujer samaritana contó de inmediato su experiencia a otros. Sin importarles su
reputación, muchos aceptaron su invitación y fueron al encuentro de Jesús. El
oficial del rey del versículo 46, era quizás un oficial al servicio de Herodes.
Caminó unos treinta y dos kilómetros para ver a Jesús y se refirió a Él como
"Señor", poniéndose bajo su mando aunque tenía autoridad legal sobre
El. Este milagro era más que un favor a aquel oficial: era una señal para todo
el mundo. El oficial no solo creyó que Jesús podía sanar, sino que le obedeció
cuando le dijo que se fuera a su casa, demostrando así su fe. A pesar de que el
oficial tenía a su hijo a treinta y dos kilómetros de distancia, sanó cuando
Jesús lo dijo.
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