jueves, 28 de marzo de 2019

Leyendo... Juan capítulo 9



LECTURA DIARIA:
Juan capítulo 9

En el capítulo 9 vemos cuatro reacciones diferentes ante Jesús. Los vecinos revelaron sorpresa y escepticismo; los fariseos mostraron incredulidad y prejuicio; los padres creyeron pero callaron por temor a la excomunión; y el hombre sanado demostró una fe constante y creciente.

Una creencia común en la cultura judía era que la calamidad y el sufrimiento eran el resultado de algún gran pecado. Pero Cristo utilizó el sufrimiento del hombre ciego para enseñar acerca de la fe y glorificar a Dios.
Ezequías construyó el estanque de Siloé. Sus obreros abrieron un conducto subterráneo desde un manantial que estaba fuera del muro de la ciudad para que llevase agua al interior de la misma. Así la gente podía siempre obtener agua sin temor al ataque. Esto resultaba especialmente importante en tiempos de sitio.
 Mientras que los fariseos investigaban y discutían acerca de Jesús, la gente se sanaba y cambiaba. El escepticismo de los fariseos no se basaba en la falta de evidencia, sino en los celos debido a la popularidad de Jesús y su influencia en las personas.
El día de reposo de los judíos, el sábado, era el santo día de descanso de la semana. Los fariseos elaboraron una larga lista específica de permisos y prohibiciones referentes al día de reposo. Trabajar con lodo y sanar al hombre se consideraban trabajo y por lo tanto estaban prohibidos. Es posible que Jesús haya hecho el lodo a propósito a fin de enfatizar su enseñanza acerca del día de reposo.
El hombre que fue sanado de la ceguera, no sabía cómo ni por qué Jesús lo sanó, pero sabía que su vida cambió milagrosamente y no temía decir la verdad. La nueva fe del hombre fue severamente probada por algunas de las autoridades. Lo maldijeron y lo expulsaron de la sinagoga. Cuanto más experimentaba este hombre su nueva vida a través de Cristo, más confiaba en aquel que lo sanó. No solo adquirió la vista física, sino también la espiritual al reconocer a Jesús primeramente como un profeta, luego como su Señor.
A los fariseos les chocó que Jesús pensase que eran ciegos espirituales. Jesús les contestó que solo la ceguera (obstinación) disculpaba su conducta. A los que fueron receptivos y reconocieron que el pecado en verdad los tenía ciegos en cuanto a conocer la verdad, Él les dio entendimiento y revelación espiritual. Pero rechazó a quienes se volvieron condescendientes, arrogantes y ciegos.

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