TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Estén ceñidos
vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a
hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando
llegue y llame, le abran en seguida.
Bienaventurados aquellos siervos a los
cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá,
y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la
segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así,
bienaventurados son aquellos siervos. Pero sabed esto, que si supiese el padre
de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no
dejaría minar su casa. Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la
hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá”.
Lucas
12. 35 – 40.
El
mundo está preparando todo, buscando de todo, menos esperando a Jesús. Piensan
que es una fábula esta profecía.
Los
muchos cristianos estamos viviendo como si fuese tardía esta profecía, estamos
aceptando las costumbres y prácticas del mundo, acerca de acumular riqueza,
acumular deudas, poner la esperanza en partidos políticos, y noticias de todo
tipo.
El
pueblo de Dios está dormido, porque está entretenido, ha hecho del
entretenimiento su religión.
La
Biblia en Efesios 5.14 nos motiva a estar despiertos, a levantarnos del sueño
gracias a la luz de Jesús. Y en el versículo 15 nos insta a ser diligentes,
aprovechando bien el tiempo. Un buen uso del tiempo es clave, ya que el enemigo
quiere hacernos perder tiempo, para que no estemos en lo que nos ha mandado
nuestro amo amado si no en las entretenciones escuetas y superfluas del mundo.
La
otra situación por la que estamos en este letargo es que hemos caído en muchos
engaños. En Marcos 13. 5-6 dice “Y Jesús comenzó a decirles: Mirad que nadie os
engañe. Muchos vendrán en mi nombre diciendo: ``Yo soy el Cristo, y engañarán a
muchos…”, por tanto, debemos hacer lo que Jesús nos dice “mirad”, sinónimo de
estar atentos y pendientes de que nadie nos engañe con falsa doctrinas y
palabras vanas, con sutiles engaños, como nos enseña Colosenses 2.8.
¿Cómo
evitamos este engaño?
Lo
evitamos aprendiendo con precisión la Palabra de Dios, haciendo de ella nuestro
alimento diario para madurar como buenos hijos de Dios y vivir cada día
conforme a Su voluntad.
Dios
les bendiga abundantemente.
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