TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Entre
la gente que había ido a Jerusalén a adorar durante la fiesta, había algunos
griegos.
Éstos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida, un pueblo de
Galilea, y le rogaron: Señor, queremos ver a Jesús. Felipe fue y se lo
dijo a Andrés, y los dos fueron a contárselo a Jesús. Jesús les dijo
entonces:
Ha
llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les
aseguro que si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo;
pero si muere, da abundante cosecha”.
Juan
12. 20 – 24.
Jesús
se manifestó primeramente al pueblo judío, sin embargo muchos gentiles como los
griegos, se inquietaron más por su Palabra y le dijeron a Felipe (uno de los 12
discípulos): “queremos ver a Jesús”.
Este
deseo puede tomarse de dos formas: Primero, una simple curiosidad. Tal vez han
escuchado de sus milagros, señales y prodigios y quieren ver para creer.
Segundo, anhelar realmente conocerlo, tener un encuentro personal con Él.
Cuando
se lo dijeron a Jesús dio una extraña respuesta a la petición de los griegos:
“Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado”.
Jesús
sabe que es la Pascua y tiene en mente la cruz. Sabe que tiene que caer y morir
de la misma manera que un grano de trigo cae en el surco para poder dar fruto.
La
referencia a la hora señalaba la crisis que se aproximaba. Jesús usa la imagen
del grano de trigo y el principio de la naturaleza de que la muerte es esencial
para producir la vida. El trigo reproduce su propia simiente y Jesús considera
su pasión con la misma ley, su muerte produciría muchos granos de trigo, una
abundante cosecha de vidas nuevas.
Estos
griegos subieron a la celebración aunque no podían participar en algunos
aspectos de ella por ser gentiles y no se les permitía entrar dentro del templo.
Este grupo de gentiles representaba en ese momento a todos los gentiles del
mundo y la misión universal de Jesús se iniciaría con ellos. Su deseo era más
que ver a Jesús, querían conocerlo y le dicen a Felipe. Este lo consulta con
Andrés quien acostumbraba a llevar personas a Jesús. Esto nos hace pensar en
las personas que queremos llevar a los pies de Cristo, pero nos cuesta trabajo
hablarles del evangelio, entonces pedimos ayuda al hermano que tiene más
experiencia.
Con
la llegada de los griegos, Jesús reconoció que la hora de la crucifixión y
resurrección se había acercado y así cumplir la misión de morir por judíos y
gentiles en la cruz. Una tragedia según la perspectiva humana, pero un triunfo
glorioso en la perspectiva de Dios, que por fin daría solución al pecado de la
humanidad.
¿De
cuál de las dos formas nos queremos acercar? ¿Simplemente como observadores?, o
¿queremos realmente ver a Jesús?
Esto
definirá nuestro futuro espiritual. Si queremos dar fruto es imprescindible
confiar en Cristo, tomar su cruz, morir a nosotros mismos y ser levantados a
una vida nueva que se proyecte hacia la eternidad.
Dios
les bendiga abundantemente.
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