TIEMPO
DE REFLEXIÓN
Y
yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque
todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le
abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O
si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo,
le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas
a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que se lo pidan?”
Lucas
11. 9 – 13.
El
Señor Jesús nos anima a pedir, a buscar y a llamar. Originalmente en griego
estos verbos hacen referencia a un tiempo que en el español no existe, y es un
tiempo eterno o un tiempo constante.
Lo
que el versículo nos enseña es a pedir y seguir pidiendo, buscar y seguir
buscando, llamar y seguir llamando. A veces nos desanimamos en nuestras
peticiones al no recibir rápidamente lo que necesitamos. O cuando buscamos
algo, si lo buscamos una sola vez puede ser difícil que lo encontremos, pero si
mantenemos una constante búsqueda tarde o temprano lo encontraremos. Respecto al llamar hace referencia a ese
momento, donde no existían timbres en las puertas de las casas, y para entrar a
una casa debían llamar o gritar desde afuera para que le dejaran entrar.
Si
llamamos una vez puede que no oigan, pero si llamamos con constancia seremos
escuchados y nos abrirán la puerta.
Nuestro
Padre Celestial tiene preparado de antemano las mejores bendiciones para
nuestras vidas. Él sabe mejor que nadie lo que necesitamos, pero también sabe
que es lo que más conviene a nuestras vidas.
Sigamos
golpeando la puerta porque cuando Él nos responda nos dará, no solo nuestra
petición, sino lo mejor para cada uno de nosotros.
Por
lo cual, en la vida espiritual, es necesario constantemente pedir, buscar y
llamar con fe y agradecimiento en nuestro corazón.
Dios
les bendiga abundantemente.
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