TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Oyendo
esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado
el que coma pan en el reino de Dios. Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una
gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir
a los convidados: Venid, que ya todo está preparado.
Y
todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda,
y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco
yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo:
Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber
estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo:
Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres,
los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como
mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por
los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo
que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena”. Lucas 14. 15 - 24
Esta
parábola nos ayuda a ver la inmensa gracia de Dios a todos los que reciben su
llamado para ser parte de los invitados a la gran cena de las bodas del
Cordero, como lo expresa Apocalipsis 19.9 “Y el ángel me dijo: Escribe:
Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me
dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios”, con estas hermosas palabra de
Dios en nuestras vidas, debemos ver más profundo en la verdad revelada en
Jesús.
Jesús
comenzó a contar una historia sobre una gran fiesta, y les dijo que un hombre
preparó un gran banquete de bodas, y envío a su siervo con las invitaciones a
los invitados, pero todos comenzaron a dar excusas, como “ Acabo de comprar un
terreno y debo verlo”, “ He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos”,
“ Acabo de casarme, y no puedo ir”, los invitados prefirieron seguir en sus
actividades y despreciaron la gran invitación que viene de parte de Dios de
dejar todo lo que consideraban más importante en sus vidas, y enumeran muchas
excusas para no seguir a Cristo, pues se sienten cómodos y autosuficientes con
la vida que llevan, y no logran ver la gran necesidad de dejarlo todo por Él.
Ese
“dejar lo que estás haciendo para venir a la boda” significa arrepentimiento de
los pecados delante de Dios, y al dar excusas a Dios, el tiempo se puede acabar.
Cuando el siervo del Señor le contó todo lo que sucedió, entonces le dio una
nueva instrucción, que buscara por las calles y callejones a los lisiados, a
los ciegos, y a los cojos, después el siervo llevó a todos los que encontró, y
le dio el informe a su Señor.
En
estos versículos Dios nos llama a que sigamos buscando a aquellos de los cuales
el Señor quiere llenar su casa, para que disfruten del que gran banquete que nos
tiene preparado en los cielos.
Pero
reflexionemos no debemos comportarnos como los primeros invitados que
despreciaron la palabra de Jesús con excusas, por estar tan ocupados en sus
vidas. Apreciemos el llamado del Señor y valoremos el privilegio de estar
sentados con Él en el gran banquete del Cordero de Dios.
Dios les bendiga abundantemente.
Dios les bendiga abundantemente.
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