domingo, 26 de noviembre de 2017

Un momento... LOS NECIOS



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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LOS NECIOS

En la Biblia, los necios son los que optan por no creer en DIOS y Su Palabra. Ellos dicen en su corazón: “No hay Dios” Salmo 14.1, y hacen lo que sea para ridiculizar a los que siguen a DIOS. 
La palabra necio se usa 71 veces solo en el libro de los Proverbios y para que esa palabra se use con tanta frecuencia en este libro de la sabiduría, debe haber algo intrínsecamente malo en ser un necio.
La palabra hebrea para la palabra necio es “Nabal” y significa sin sentido por lo que el necio, básicamente, de acuerdo con DIOS, no tiene ningún sentido por esto “Dice el necio en su corazón: No hay Dios”. El significado del texto no es que "la gente sin inteligencia no cree en DIOS."
Muchos ateos son muy inteligentes. No es su inteligencia, o la falta de ella, la que lleva a la persona a rehusar a creer en DIOS.
El problema del necio NO es que no sepa. El problema del necio es que no hace lo que sabe que debe hacer.
El hombre sabio es el que vive y actúa de acuerdo a lo que sabe y conoce lo que es verdad y es correcto. Jesús les dijo: “Si entienden estas cosas y las ponen en práctica, serán dichosos”. Juan 13.17.
El hombre necio es aquel que sabiendo hacer lo bueno NO lo hace. Santiago 1.22-25 dice: “Pero no basta con oír el mensaje; hay que ponerlo en práctica, pues de lo contrario se estarían engañando ustedes mismos. El que solamente oye el mensaje, y no lo practica, es como el hombre que se mira la cara en un espejo: se ve a sí mismo, pero en cuanto da la vuelta se olvida de cómo es. Pero el que no olvida lo que oye, sino que se fija atentamente en la ley perfecta de la libertad, y permanece firme cumpliendo lo que ella manda, será feliz en lo que hace”.
El necio no es solo un insensato, es también un tonto. No es tonto por falta de capacidad mental, sino porque no usa las capacidades que tiene. Es tonto por su propia incredulidad y desobediencia, no cree lo que DIOS dice y no hace lo que DIOS pide.
Una persona puede saber de los grandes peligros que tiene el fumar cigarrillos y, sin embargo, seguir fumando. Puede una persona conocer el inmenso amor de DIOS por él, y no aceptarlo.
El necio menosprecia el consejo de su padre (que es mucho mayor y tiene mucha más experiencia en la vida), instruyéndolo en el camino que debe andar Proverbios 15.5: “El necio desprecia la corrección de su padre;
el que la atiende, demuestra inteligencia”.
La necedad está ligada al corazón de los hombres. Por cuanto todos hemos nacido en una naturaleza pecaminosa, nos inclinamos por naturaleza a la necedad.
Los hombres NO siguen normal y naturalmente el camino de la sabiduría, nos vamos usualmente por otros lados.
“Por calles y avenidas la sabiduría hace oír su voz”; “Yo los he llamado, los he invitado a venir, pero ustedes no han querido hacerme caso. Al contrario, han rechazado mis consejos; no han querido recibir mi corrección”. (Proverbios 1.20, 24- 25)
La senda de la sabiduría no es una senda popular. Los necios son más numerosos que los sabios.
El necio ha rechazado y desechado la norma de justicia de DIOS y ha establecido sus propias normas de rectitud. En lugar del camino de DIOS, ha escogido su propio camino.
El necio sigue su propio corazón por encima de cualquier otra cosa.
Pero en Jeremías 19.9 dice que el corazón del hombre es engañoso y perverso más que todas las cosas.
Un verdadero necio actúa como necio y vive como necio.
La necedad no es algo exclusivo de los necios porque todos en determinados momentos podemos caer en la trampa de la necedad.
Es buen tiempo para preguntar si hay algo de necedad en nuestras vidas, a veces, no solo quien niega la existencia de DIOS es necio.
Todos debemos acercarnos a DIOS cada día para obtener sabiduría.
No se le puede llamar sabio a quien pase por esta vida sin el conocimiento indispensable, el de DIOS. A fin de cuentas, ¿quién es realmente «sabio»: el que más sabe, o el que sabe las cosas que más importan?
No permitamos que ningún conocimiento, por importante que sea, nos impida obtener el conocimiento más valioso, el del único DIOS verdadero, y de Jesucristo, a quien él ha enviado.
No hacerlo equivale a perder, no la mitad, sino toda la vida.
Dios les bendiga abundantemente.

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