jueves, 23 de noviembre de 2017

Un momento... ENEMISTADES PLEITOS CONTIENDAS DISENSIONES

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
ENEMISTADES PLEITOS CONTIENDAS DISENSIONES

La enemistad es aversión u odio entre 2 o más personas. En el ámbito de la religión, el término de enemistad contra DIOS son los designios de la carne, porque no se apega a la ley de DIOS y los que viven según la carne no agradan a DIOS y, no cumplen con los mandamientos del Señor.
Pleito es una discusión o enfrentamiento por una diferencia de opiniones o de intereses entre dos o más personas.
El significado bíblico de disensiones se refiere a aquello que lleva oposición o contrariedad de varias personas con los pensamientos o propósitos de otras personas.
No hubo ninguna petición que fuera más urgente en el corazón de Jesús que aquella de que los suyos estuvieran unidos Juan 17. 20 - 27.
Si la considerábamos seriamente, la iglesia de Cristo no se dividiría en tantas facciones ni habría tantas enemistades.
Eso demuestra que su iglesia, y nosotros como miembros de ella, a menudo vivimos separados de Él.
Muchas veces llevamos una vida de pecado, de contiendas, de enemistades, de competencia, de celos y envidias dentro del cuerpo de Cristo.
2 de Timoteo 2.24 dice claramente: “Y un siervo del Señor no debe andar peleando; más bien, debe ser amable con todos, capaz de enseñar y no propenso a irritarse”.
No hay palabra suficiente para expresar las serias consecuencias que las contiendas y la enemistad producen siempre en las familias, en las iglesias y en otros grupos dentro de la iglesia de Cristo.
Un día DIOS nos preguntara si nosotros ayudamos a lograr la paz por medio de palabras bondadosas y amables en las familias, trabajos, y reuniones de los cristianos, o si nos entregamos a las luchas y divisiones, o aun fuimos los que iniciamos las disputas.
La tendencias a animar las llamas, cada vez que hay un poco de tensión, es algo que está profundamente metido en nuestros corazones.
Ante la pequeña chispa de una observación de menosprecio, critica, que podamos introducir en una conversación puede llegar a encender el fuego en las iglesias, comunidades o familias.
En 1 de Corintios 3.3 - 6 el apóstol Pablo les dice a los corintios: “porque aún sois carnales. En efecto, habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios”.
Las contiendas, divisiones y pleitos siempre tienen relación con la carne.
La raíz de estos pecados son el orgullo, la envidia, los celos, la competencia, el menospreciar a los demás.
Los soberbios piensan que solo sus opiniones son correctas. No pueden ver los puntos buenos que hay en las opiniones del otro, ni apreciar las demás opiniones, como lo hacen los humildes.
Los envidiosos se molestan cuando a los otros les va mejor que a ellos.
Los que compiten, siempre lo hacen motivados por un espíritu de soberbia y vanagloria, quieren sobresalir y ser reconocidos. Los celosos, por lo general acomplejados e inseguros.
Esta es la razón por la cual hay tanto desacuerdo.
La Biblia no se muestra interesada, en cuanto a si tenemos la razón o no. Más bien afirma claramente que cada vez que tenemos pleitos con otros, estamos en el grupo que no pertenecen al reino de DIOS.
La Biblia hace mucho hincapié en este pecado, en Gálatas 5. 19 – 21 Pablo nos dice: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.
Nos advierte que tal pecado, entre otros, puede excluirnos del reino de DIOS. Por lo tanto tenemos que reaccionar en consecuencia, tomando este pecado en forma especialmente seria y no tolerándolo ni un momento más en nuestras vidas, ni en nuestro hogar, ni en nuestro matrimonio, ni con nuestros hijos y en la iglesia.
Pero solo pelearemos contra el, con toda seriedad, si primero lo llamamos precisamente por su nombre tal como lo llama la Biblia.
Tenemos que desechar toda excusa que nos lleve a una enemistad, un pleito o a una división.
Confesar y pedir perdón por todo pecado de ira, pleito, disensión, impaciencia,
Intolerancia que tengamos.
Someternos totalmente al Espíritu Santo y entrar en su trato divino, para ser personas tratadas, moldeada, y enseñada por El.
Debemos amar la paz y la unidad así como Jesús lo hizo.
Dios les bendiga abundantemente.

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