jueves, 2 de noviembre de 2017

Un momento... LA DEPRESIÓN

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA DEPRESIÓN

La depresión es un síndrome caracterizado por una tristeza profunda e inmotivada que inhibe todas las funciones psíquicas.
La depresión ha sido descrita en términos de un oscuro túnel sin un rayo de luz.
La depresión ataca a todos por igual. No respeta sexo, ni raza, ni edad, ni posición social, ni posición económica, ni educación. Ni siquiera condición espiritual.
Personajes bíblicos la experimentaron. Elías, luego del sonado triunfo sobre los profetas de Baal y luego de saber que la perversa Jezabel buscaba su vida, se dejó dominar por la depresión. 1 de Reyes 19.4 “Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy mejor que mis padres.”
Las personas en depresión miran todo tan obscuro y sin esperanza, que piensan que la muerte es la mejor salida.
Otro caso parecido fue Jonás. Después de ver la mano poderosa de DIOS librando de castigo a toda una gran ciudad. Jonás 4.1-3 donde dice: “Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal. Ahora pues, oh Jehová te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.”
Jonás tenía un problema espiritual, simplemente no estaba de acuerdo en los tratos de DIOS con el pecador.
La depresión no ataca solamente a las personas predispuestas a ello. La depresión no tiene respeto por nadie. Ataca a todos por igual. Al mirar más a fondo a la depresión, se encuentra que se produce por una o varias causas, que podrían agruparse de la siguiente manera.
Causas orgánicas. Es conocido que condiciones como diabetes, problemas de presión arterial, problemas glandulares, problemas cardíacos pueden conducir a una persona a estados serios de depresión, pero también hábitos o mejor llamarlo vicios, pueden llevar a una personas a crisis depresivas. El consumo de tabaco, alcohol y drogas es caldo de cultivo para la proliferación de la depresión.
También están las causas psicológicas que arrastran a la depresión. Tenemos por ejemplo, la profunda tristeza por la enfermedad o la muerte de un ser querido.
Pero también están las causas espirituales. Cosas como celos, sed de venganza, ira, rencor, remordimiento, falta de perdón, pueden arrastrar a sus víctimas a la depresión.
El pecado no confesado, aunque haya sido cometido hace mucho tiempo atrás, puede perfectamente sumir a una persona en la depresión.
Lo primero es identificar lo más objetivamente posible el motivo de la depresión. Si existe alguna deficiencia orgánica, busque tanto la ayuda de DIOS como la ayuda de la medicina. Si todo está bien en la parte orgánica, será hora de examinar el área psicológica.
Si no hay causas ni orgánicas ni psicológicas, entonces no hay otra alternativa, sino causas espirituales.
Si estamos cometiendo algún pecado, o lo hemos cometido en el pasado y nunca lo hemos confesado, debemos hacerlo lo antes posible y debemos apartarnos de ese pecado. Proverbios 28.13 dice: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia.”
La confesión y el alejamiento del pecado será el inicio de una vida plena con Cristo.
Una vez que hemos identificado el motivo de la depresión y hemos dado algunos pasos para remediarlo, neguémonos a sentir auto compasión. El estado depresivo nos motivará a pensar que la vida ha sido injusta con nosotros. El típico: pobre de mí. Neguémonos a pensar así. Pensemos más bien en un DIOS majestuoso como el nuestro. Salmo 60.12 dice: “En Dios haremos proezas, y él hollará a nuestros enemigos.”
No importa cuán difícil sea la situación que estamos soportando.
Es fácil alabar a DIOS cuando tenemos salud, dinero y amor, pero ¿cuándo faltan todas estas cosas? En lugar de alabar nos quejamos. No cedamos a la tentación de quejarnos contra DIOS. Mejor alabémoslo. Dejemos que DIOS le saque del pozo de la depresión. Salmo 40.1-3 dice: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová.”
Por último, oremos y busquemos comunión con DIOS. La vida auténticamente cristiana se caracteriza por la ausencia de depresión.
Dios les bendiga abundantemente.

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