martes, 21 de noviembre de 2017

Un momento... LOS CELOS

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LOS CELOS

Los celos son esas emociones negativas que experimentamos cuando tememos que cualquier afecto o bien que disfrutamos o pretendemos disfrutar, llegue a ser logrado por otro. Dicho en otras palabras, los celos tienen que ven con la incomodidad que sentimos cuando vemos amenazados los afectos o bienes que consideramos como de nuestra exclusiva propiedad.
Los celos están en cada uno de nosotros desde que nacemos hasta que morimos. Santiago dice en su libro, en el capítulo 3 versículo 16: Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa”.
Donde veamos a un hombre celoso o a una mujer celosa, allí habrá peleas, vocabulario soez, intrigas, malos pensamientos, calumnias, chismes y rumores. Cuánto problema puede causar los celos.
Los celos pueden provocar verdaderos desastres. Proverbios 6.34 dice: “Porque los celos son el furor del hombre, Y no perdonará en el día de la venganza”.
Pero ¿Qué hacer para conquistar a este poderoso gigante?
Primero, es necesario reconocer que los celos son pecado. Como leímos ya en Santiago 3.16 los celos son la fuente de una serie de conductas pecaminosas en el ser humano, perturbación y toda obra perversa, dice el texto. Además Gálatas 5.19-21 dice: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.
En este pasaje bíblico vemos que los celos están en el mismo plano que el adulterio, la fornicación, los homicidios, las borracheras y todo lo demás. Por tanto los celos son un pecado que ofende la santidad de DIOS.
No justifiquemos nunca nuestros celos diciendo: Es que me provocan, o es que tengo suficientes motivos para ser celoso o celosa.
Debemos reconocer delante del Señor lo que sentimos, luego de confesar los celos como pecado, y debemos apartarnos de los celos. No es algo sencillo y por eso necesitaremos aferrarnos con todas nuestras fuerzas al Señor.
Cada vez que surja ese sentimiento de celos, reconozcámoslo inmediatamente, y una vez detectado, no dejemos que nuestra mente se ocupe más en eso. Desterremos inmediatamente ese pensamiento.
Jamás actuemos motivados por los celos. Recordemos lo que pasó con el celoso rey Saúl cuando David apareció en la escena como el ungido futuro rey. Los celos de Saúl le llevaron a perseguir a David para matarlo, pero en el intento, Saúl mismo fue víctima de la violencia que causó.
Muchos usan como dicho popular la frase: “Quien siembra vientos cosechará tormentas”, y en realidad es una frase bíblica dicha por el profeta Óseas en el capítulo 8 versículo 7 de su libro.
Procuremos compartir el problema de los celos con alguna persona madura espiritualmente hablando. De esta forma, el peso de los celos se hará más ligero. No escondamos ese pecado de celos que ya hemos detectado en nuestra vida.
Es interesante que según la ley Mosaica, si un marido se sentía celoso de su mujer, no debía quedarse en casa alimentando a ese gigante llamado celos, por medio de sospechas sobre su mujer y haciéndole la vida imposible. Según el libro de Números, capítulo 5, lo que debía hacer es ir al sacerdote y allí, ante él, tratar el asunto para terminar de una vez por todas con esos celos tan funestos.
DIOS no quiere que vivamos saturados de celos. Los celos nos quitan el gozo de vivir para DIOS.
Debemos confrontar este pecado y desterrarlo de nuestra vida.
DIOS sabe lo que es mejor para cada uno de nosotros. Puede ser que nosotros pensemos que tal o cual cosa nos hará felices y por eso lo buscamos con tanto ahínco y sentimos celos ante todo lo que amenace con privarnos de aquello que esperamos. Pero solamente DIOS sabe lo que es mejor para nosotros.
Busquemos lo que deseamos con dedicación, pero si no lo conseguimos, no pensemos que fue porque otros fueron mejores que nosotros, sino simplemente porque aquello que buscábamos no fue lo mejor y DIOS no nos lo dio porque él busca lo mejor para nosotros.
Dios les bendiga abundantemente.

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