lunes, 27 de noviembre de 2017

Un momento... LA SOBRE ACTIVIDAD

La imagen puede contener: una o varias personas, teléfono y texto

UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA SOBRE ACTIVIDAD

Cuando una persona se halla inmersa en un mar de actividades que no le dejan tiempo para descansar, para pasar con la familia, y lo que es peor para tener comunión personal con DIOS a través de su Palabra y la oración, debe reflexionar si todo lo que está haciendo es correcto o se está cargando de sobre actividad. 
Aún sirviendo a DIOS podemos entrar en la sobre actividad y ser dominados por ella. Si bien el Señor nos dice que debemos amar a nuestros semejantes y la manera de amar es por medio del servicio, poco a poco nos vemos haciendo tantas cosas para tantas personas que no encontramos tiempo para nuestra familia, ni para nosotros mismo y peor para DIOS.
Cuando la sobre actividad nos domina, tenemos que pagar un elevado precio en tres distintas áreas.
Primero, en lo espiritual. Como las muchas cosas que tenemos que hacer no nos permitirán tiempo para estar a solas con DIOS nos debilitaremos espiritualmente. No habrá tiempo para leer, estudiar, meditar, memorizar la Biblia por nosotros mismos, no habrá tiempo para orar y el resultado final será que poco a poco nos vamos enfriando espiritualmente, y llegará un momento cuando estemos tan fríos que no nos despertará ningún interés cualquier cosa que tenga que ver con el Señor.
Segundo, en lo emocional. La sobre actividad nos tendrá alterados. Nos volveremos irascibles, inquietos, preocupados, temerosos, con sentimientos de culpa.
Tercero, en lo físico. Quizá aquí es donde más se nota el domino de la sobre actividad. El cuerpo humano no es una máquina que puede funcionar sin parar 24 horas al día, 7 días de la semana y 365 días al año. El cuerpo humano necesita descanso periódico.
Lo importante es saber qué es lo que podemos hacer para parar a tiempo con la carga de la sobre actividad.
Recordemos que ante el Señor somos simples mayordomos de muchas cosas, como nuestro cuerpo, nuestro tiempo, nuestro dinero, nuestros talentos. No somos los dueños de estas cosas como para hacer con ellas lo que queramos. Algún día tendremos que dar cuentas a DIOS de cómo administramos nuestro cuerpo por ejemplo. Si echamos a perder nuestro cuerpo por sobrecargarlo de actividad, seremos responsables de ello. No por estar muy ocupados estamos utilizando bien el tiempo del Señor.
A veces pensamos que si hacemos una cosa tras otra sin tener tiempo ni para comer vamos a aprovechar mejor el tiempo. El que tiene éxito en la vida no es el que siempre está ocupado sino el que sabe elegir las cosas que debe hacer para lograr sus propósitos.
El cuerpo humano no es una máquina, por tanto necesita el descanso adecuado. Interesante que el mismo Señor Jesucristo reconoció esta necesidad básica del ser humano. Jesús dijo: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco”. (Marcos 6.31) Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.
No hay nada de malo en descansar, más bien hay mucho de bueno, debemos preocuparnos de programar el descanso necesario como parte importante de nuestra actividad diaria.
Debemos desarrollar la habilidad de clasificar las cosas que debemos hacer en orden de importancia y hacerlas en ese orden.
A muchos de nosotros nos cuesta mucho decir no cuando alguien nos pide hacer algo. No importa lo que nos pidan, siempre estamos dispuestos a aceptarlo. Pensamos que si nos negamos vamos a ofender a quien nos ha pedido hacer algo. Por compromiso decimos si. Para evitar caer en este error, debemos procurar planificar nuestras actividades con anticipación y sí se nos pide hacer algo imprevisto, algo que va a alterar sustancialmente nuestros, planes, debemos tener el valor de decir no, en amor y con respeto.
Aprendamos, si es necesario, a delegar algunas actividades. Es muy posible que algunas actividades que tengamos que hacer, las puedan hacer otros, igual o aun mejor que nosotros. Aprendamos a trabajar en equipo, cuando es posible por supuesto.
Y lo más importante, establezcamos prioridades en nuestra vida. La prioridad número uno es DIOS, la comunión con Él en su Palabra y la oración. La prioridad número dos es la familia, necesitamos pasar tiempo con ellos. La prioridad número tres el trabajo o el ministerio en el caso de un anciano o pastor y después cualquier otra cosa. Que con la ayuda del Señor nos libremos del dominio de la sobre actividad.
Dios les bendiga abundantemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario