sábado, 11 de noviembre de 2017

Un momento... LAS TENTACIONES

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LAS TENTACIONES

Así como las pruebas son parte de la vida cristiana, las tentaciones también son parte de la vida cristiana.
Al hablar de tentaciones nos estamos refiriendo a la incitación al mal, o a la insinuación a pecar, que proviene básicamente de tres fuentes.
La primera, es lo que la Biblia llama el mundo. No se refiere ni al globo terrestre, ni a la gente que lo habita, sino al invisible sistema espiritual de maldad controlado por satanás y sus demonios y todo lo que ofrece en oposición a la persona de DIOS, la Palabra de DIOS y el pueblo de DIOS.
Es el ambiente en el cual no hay cabida para las cosas que tienen que ver con DIOS. Puede ser la política, la economía, el arte, el entretenimiento, los deportes, el cine, la televisión, los negocios y tantas otras cosas más. Pero no me mal entienda. No estamos diciendo que todas estas actividades sean malas, son malas en la medida que estén al servicio de satanás.
Cuando eso pasa, son una fuente de tentación para el creyente. La Biblia nos habla de esta fuente de tentación en 1 de Juan 2.15-17 donde dice: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
El mundo se presenta como algo tan atractivo, tan deslumbrante, tan acogedor. Apela a los deseos de la carne, a los deseos de los ojos y a la vanagloria de la vida. Es la táctica de satanás y sus demonios para atrapar a un creyente y anularlo en cuanto a poder ser utilizado por DIOS.
La segunda fuente de tentación para el creyente es la carne. Cuando hablamos de carne, nos estamos refiriendo a la tendencia natural del ser humano hacia el pecado.
Los incrédulos no tienen poder para dominar esta tendencia y por eso se entregan con facilidad a todo tipo de pecado. Pero los creyentes tenemos poder para dominar esta tendencia. Sin embargo, esta tendencia todavía está presente en los creyentes, es la vieja naturaleza, o el viejo hombre, y lo estará mientras estemos en este mundo. Esa tendencia de la vieja naturaleza hacia el pecado, se lo conoce también como la concupiscencia.
De esto nos habla Santiago 1.13-15 dice: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.”
Así que, la carne o nuestra vieja naturaleza, o la concupiscencia, son otra fuente poderosa de tentación para el creyente.
La tercera fuente de tentación para el creyente es satanás, quien estuvo muy activo tratando de descalificar al Señor Jesús en el desierto.
Marcos 1.13 dice: “Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado por Satanás, y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.”
La tentación entonces es la incitación al mal, puede provenir del mundo, o de la carne, o del diablo. Ningún creyente está libre de ser tentado.
Mientras estemos en este mundo, seremos blanco de la tentación, no importa cuán espirituales seamos, no importa cuánto sepamos de la Biblia, no importa cuan involucrados estemos en la obra del Señor. La tentación es inevitable.
Pero como creyentes debemos evitar caer en las tentaciones. Es otra característica de la vida auténticamente cristiana.
¿Cómo evitar caer en tentación?
Teniendo una comunión con DIOS a través de su Palabra y la oración. Salmo 119. 9 y 11 dice: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.”
La Palabra de DIOS guardada en el corazón es un gran aliado para vencer la tentación. Jesús lo probó durante las tres veces que fue tentado por el diablo en el desierto. Cada tentación fue derrotada citando la Palabra de DIOS que previamente había sido guardada en su corazón.
Además de la palabra de DIOS, se necesita de la oración.
Cuando Jesús encontró dormidos a algunos discípulos, poco antes de ser arrestado para ser crucificado, les dijo algo muy ilustrativo acerca de la oración. En Marcos 14.37-38 dice: “Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.”
De modo que si queremos vencer la tentación, tenemos que comenzar por mejorar nuestra comunión con DIOS a través de su palabra y la oración.
La Biblia habla de que jamás vamos a ser tentados más allá de lo que podemos resistir. 1 de Corintios 10.13 dice: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”
En la Palabra de DIOS encontramos las armas para la lucha contra los ataques del enemigo, cuando Pablo habla de vestir cada día la armadura de DIOS.
Efesios 6.13-18 dice: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.
La armadura garantiza firmeza contra los ataques del diablo. Es un antídoto efectivo en la lucha contra las tentaciones.
Que por la gracia de DIOS, nuestra vida esté caracterizada por una constante victoria sobre las tentaciones.
Dios les bendiga abundantemente.

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