martes, 7 de noviembre de 2017

Un momento... LA SOLEDAD

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA SOLEDAD

Casi a cualquier lugar donde dirijamos nuestra mirada encontramos personas solitarias. Millones de personas sufren de aislamiento, pensando que nadie les ama, o peor aun pensando que no tienen ningún valor. Personas así viven atormentadas porque se encuentran completamente solas en el mundo a pesar que probablemente tengan a mucha gente a su alrededor. Alguien que trabaja con jóvenes ha dicho que probablemente un 95% de ellos se encuentra en un estado de soledad. Quizá esto explique el alto índice de suicidios entre la juventud. La soledad es un gigante terrible, puede hacer que nos sintamos tan miserables, deprimidos y desanimados que pensamos que lo mejor sería morir.
Existen varias puertas que este poderoso gigante utiliza para entrar a nuestra vida y arruinar nuestra existencia. La primera se llama rechazo. Si por algún motivo hemos sufrido algún tipo de rechazo en el pasado, es posible que sintamos que no valemos nada, lo cual nos conducirá al desconsuelo y a la autocompasión. Con una mentalidad así marcada, evitaremos el contacto con la gente para evitar el tan temido rechazo. La soledad aunque sea dolorosa será una especie de autoprotección para evitar mayores heridas. La segunda puerta por donde puede entrar el gigante de la soledad se llama burla. Si alguien se burla de nosotros, ya sea de lo que somos o de lo que hacemos o de lo que decimos, nos sentiremos profundamente heridos en nuestro amor propio. Para evitar seguir siendo heridos echaremos mano de la soledad como mecanismo de autodefensa. Los padres somos muy propensos a burlarnos de nuestros hijos. Al hacerlo estamos abriendo una gran brecha en su amor propio, por la cual perfectamente podría entrar el gigante de la soledad. La tercera puerta por la cual puede entrar el gigante de la soledad es la separación. Un cambio de casa nos puede separar de nuestros mejores amigos y potencialmente nos puede sumir en la soledad. La muerte de un familiar puede separarnos de la persona que tanto hemos amado y arrojarnos a una terrible soledad. Un divorcio puede separar a dos personas que han estado juntas por años y conducir al profundo abismo de la soledad. La cuarta puerta por la cual puede penetrar el gigante de la soledad a nuestra vida es el pecado no confesado. Un pecado no confesado crea un fuerte sentimiento de culpa.
En el huerto de Edén, la desobediencia no sólo levantó una barrera entre DIOS y el hombre, sino entre el hombre y su mujer. Una vez que cayeron en pecado se convirtieron en seres egoístas. Su maldad creció a partir de ese acto y continuó separándolos. El pecado separa, aísla, conduce a la soledad. Si la soledad ya ha entrado a su vida, debe haber atravesado por alguna de estas puertas.
Lo primero para quitar ese sentimiento tan dañino, es establecer o fortalecer la relación personal con DIOS.
Si no es creyente, está separado de DIOS y eso puede ser la fuente de su soledad. Cristo murió en la cruz para que usted no continúe separado de DIOS. Si ya tiene a Cristo como su Salvador y aún así sigue sintiéndose solo, necesita fortalecer su comunión con el Señor.
A lo mejor existe algún pecado no confesado en su vida, confiese ese pecado al Señor y apártese del mismo. A lo mejor siente amargura contra los que le han rechazado o contra los que se han burlado, o aún contra DIOS por haber permitido cosas que le han causado tanto dolor. Si es así, decídase a perdonar a los que le han causado daño y si su amargura es contra DIOS, recuerde que Él no puede fallar. Si Dios permitió aquello que le ha causado tanto sufrimiento es porque de alguna manera que tal vez no pueda entender por ahora, eso es para su propio bien.
Procure establecer relaciones con otros. Quizá está ahuyentando a otros por sus actitudes y sus acciones. Nadie desea relacionarse con una persona amargada, enojada, egoísta y centrada en sí misma. La amistad no es para sacar algo sino para dar algo. Tener amigos significa correr riesgos, como vernos traicionados o desilusionados, pero no hay otra manera de disfrutar de sus recompensas. Debemos estar listos a tender puentes de amistad y caminar sobre estos puentes confiadamente.
Identifique si su soledad está de alguna manera relacionada con la amargura. Si ha sido lastimado de alguna manera en el pasado, probablemente no desee arriesgarse buscando otra amistad.
Confiese este sentimiento a DIOS y confíe en que él permitirá que tenga buenas relaciones con otros.
No se abandone a la autocompasión. Si se pasa la vida sintiendo lástima de usted mismo, nunca saldrá de su soledad. Entre más tiempo se pase lamentando su desdicha, más profundas se harán sus heridas emocionales.
Fortalézcase en el Señor y busque la compañía de otros.
Si DIOS conoce aun el número de cabellos de nuestra cabeza, ciertamente que nuestra soledad no le será desconocida. La palabra infalible de DIOS le mostrará que en realidad no está solo o sola, a pesar que usted así lo sienta.
Hay muchas promesas en su Palabra que nos dan la certeza que Él está con nosotros siempre.
Isaías 43.1-5 “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú”.
Si DIOS cuida así de su pueblo Israel, ¿Piensa que lo hará menos con nosotros que somos sus hijos?
Dios les bendiga abundantemente.

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