jueves, 9 de noviembre de 2017

Un momento... LA DESOBEDIENCIA

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA DESOBEDIENCIA

La desobediencia consiste en realizar lo que DIOS explícitamente nos dice que NO hagamos, por lo tanto desobedecer a DIOS es pecado.
En Génesis capítulo 3 vemos por primera vez lo que es un acto de desobediencia a DIOS, el cual indiscutiblemente tiene consecuencias para el desobediente.
Desobedecemos porque nos sentimos autosuficientes y por ende contradecimos lo que DIOS nos ha dicho, por lo tanto optamos por hacer nuestra voluntad y no la de DIOS, esto trae resultados negativos a nuestra vida.
La desobediencia es una rebeldía en contra DIOS y nos hace pecadores.
Romanos 5.19 dice: “Porque así como por la desobediencia de un solo hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos”.
La desobediencia aparta a la persona de la Gracia de DIOS.
La obediencia es hacer lo que se nos pide hacer, sin variación, sin demora y sin reclamo. Cuando uno de estos elementos está ausente, ya no podemos hablar de obediencia sino de desobediencia. La obediencia a medias es en realidad desobediencia. La obediencia con retraso es también desobediencia y la obediencia con una actitud incorrecta en el corazón, es igualmente desobediencia.
¿Qué pasa si desobedecemos a DIOS? Si no obedecemos a DIOS en lo que respecta a la salvación en Jesucristo, tendremos que atenernos a la consecuencia de estar eternamente separados de DIOS en el infierno. Si a pesar de ser hijos de DIOS por haber aceptado a Cristo desobedecemos a DIOS, se presentarán consecuencias muy dolorosas. No perderemos nuestra salvación pero sí perderemos nuestros galardones y haremos miserable nuestra vida mientras vivamos en este mundo.
La desobediencia acarrea el desánimo. El desánimo es como una celda de máxima seguridad que nos mantiene cautivos, neutralizando nuestra energía e impidiendo que seamos útiles para DIOS. No siempre el desánimo es consecuencia de desobediencia, pero mucho del desánimo es consecuencia directa de ella.
Cuando sometemos a DIOS nuestra voluntad en obediencia y actuamos conforme a lo que él ha establecido en su Palabra, tenemos a nuestra disposición una serie de atractivas ventajas. Pero cuando dejamos que nuestra propia voluntad nos gobierne y nos revelamos a la voluntad de DIOS en desobediencia, no solo que perdemos las atractivas ventajas, sino que recibimos las consecuencias de la desobediencia.
Otra consecuencia de la desobediencia es la enfermedad. No quiere decir que si obedecemos a DIOS nunca vamos a enfermar, tampoco que toda enfermedad es producto de la desobediencia a DIOS, pero veamos atentamente lo que dice DIOS en su Palabra, en Éxodo 15.26: “Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador” Vemos en este texto que existe un vínculo directo entre la desobediencia a DIOS y la enfermedad.
DIOS condena severamente en su palabra la práctica del sexo fuera del matrimonio. Proverbios 6. 32 – 33, dice: “Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace. Heridas y vergüenza hallará, Y su afrenta nunca será borrada” Quien puede decir que el sexo fuera del matrimonio no causa enfermedades, cuando DIOS ha dicho en este texto y en muchos otros más que el adúltero corrompe o destruye su propia alma, que el adúltero hallará heridas, que el adúltero hallará vergüenza, que la afrenta del adúltero nunca será borrada.
No importa en qué medida hayamos desobedecido a DIOS hasta este instante. Todavía hay oportunidad para nosotros. El único medio es obedecer a DIOS en cuanto a la santidad, a la pureza moral, DIOS ha diseñado que el sexo lo practique un hombre con una mujer en la intimidad del matrimonio para toda la vida.
La fórmula de DIOS podrá sonar anticuada para algunos, pero es la única que funciona y trae bendición a nuestra vida.
Dios les bendiga abundantemente.

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