miércoles, 8 de noviembre de 2017

Un momento... LA DUREZA DE CORAZÓN

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UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
LA DUREZA DE CORAZÓN

Hay obstáculos en nuestra vida que tenemos que vencer que nos impiden que disfrutemos de lo mejor de DIOS. 
En ocasiones nos parece que a nosotros nos ha tocado enfrentar algo que jamás nadie ha enfrentado, y creemos que eso justifica que endurezcamos nuestro corazón. Pero eso no nos conducirá a ningún lado, más bien producirá un efecto contraproducente. Lo mejor es reconocer su existencia, pero no permitir que esos sentimientos de dureza controlen nuestra vida, y se conviertan en gigantes.
Estos gigantes tratarán de hacernos pensar que lo más prudente para nuestro bien es hacer caso a sus dictámenes, pero los que somos hijos de Dios no debemos hacer caso al consejo de estos gigantes sino a la infalible Palabra de DIOS.
En Mateo 24.12, Jesús dijo: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”.
Jesús advirtió que el mal iba a abundar, e iba a causar algunos estragos, entre ellos, que el amor no de pocos, sino de muchos, se iba a enfriar. Pero para enfriarse tuvo que estar caliente primero. En otras palabras, algo hará que alguien que tenía un amor ardiente, de pronto ese amor se enfríe y se endurezca nuestro corazón.
Es interesante, pero por medio de las circunstancias y el medio ambiente que nos rodea nos dejamos contagiar del espíritu de la época que vivimos. Quizá nos defendamos diciendo: Yo no soy así, pero somos así, lo que pasa es que no nos damos cuenta de ello. Vivimos rodeados de gente criticona, desdichada y amargada; y si no somos precavidos inevitablemente llegamos a ser como ellos. Incluso podemos criticarlos, sin tomar conciencia de que estamos haciendo las mismas cosas que ellos hacen.
Esto nos afecta al fin y al cabo y termina por hacer enfriar nuestro amor, con un amor frío, nuestro corazón se endurece. Con un corazón así, adoptamos una actitud de dureza e insensibilidad. Llegamos a la conclusión que la gente merece todo lo malo que le está pasando debido a su impiedad. La decadencia moral abunda a nuestro alrededor y nosotros, dominados por el gigante de la dureza de corazón adoptamos una actitud de superioridad al razonar y decir: Gracias a DIOS que no soy malo como el resto, por eso, todos esos impíos tienen bien merecido que DIOS les castigue con rudeza.
Es muy fácil olvidar que somos lo que somos únicamente por la gracia de DIOS.
Jesús nunca estuvo de acuerdo con las cosas malas que hacían los impíos de su tiempo, pero sin embargo el Nuevo Testamento dice que Él tuvo compasión de las multitudes porque les vio como ovejas sin pastor. Pero si nos dejamos dominar por el gigante de la dureza de corazón no tenemos compasión por nadie. La maldad habrá hecho enfriar nuestro corazón. La dureza de corazón es realmente un gigante, y no sólo matará nuestra compasión, sino que también anulará nuestra preocupación e interés por los demás. De esta manera matará también nuestro ministerio en otras vidas. Seremos inútiles para DIOS si nuestra compasión se extingue y nuestros corazones se endurecen.
El apóstol Pablo nos ha dejado esta advertencia en Romanos 12.2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Pablo está diciendo que los creyentes no debemos permitir que el mundo nos meta a la fuerza en su molde. No debemos pensar, ni sentir, ni actuar o juzgar de la manera que el mundo lo hace. Debemos ser diferentes. Si lo permitimos podemos llegar a ser tan insensibles que nada nos conmoverá.
El amor no significa estar de acuerdo con la maldad del mundo. Lo que el amor significa es que nuestro corazón se conmueve de compasión por el pecador. La compasión es parte del carácter de DIOS y por tanto debe ser parte del carácter de su pueblo. La compasión mueve a hacer lo mejor para quien es objeto de la compasión. Eso fue justamente lo que hizo el Señor Jesús al morir por nuestros pecados.
Solamente existe una cosa que podemos hacer para liberarnos del domino del gigante de la dureza de corazón es decirle a DIOS, he llegado a la conclusión que tengo un corazón endurecido. No puedo pensar correctamente, no puedo ver las cosas correctamente. Mi amor es pura teoría. Todo mi amor por ti y por mi prójimo ha llegado a ser nada más que una farsa con vestimenta de religión. Señor, ayúdame cambia mi corazón.
DIOS es experto en corazones endurecidos, él puede sanar el corazón y puede poner allí un nuevo corazón, lleno de compasión e interés por los demás.
Vivamos la hermosa realidad de tener un corazón sensible a las necesidades de los demás. Jesús dijo: “Yo he venido para que tenga vida, y para que la tengan en abundancia”.
Dios les bendiga abundantemente.

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