UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
UNA
SOCIEDAD MEJOR
Determinar
que lo que uno cree y hace es siempre lo correcto o que tiene el derecho como
persona de creer, pensar y hacer lo que sea aunque con su conducta,
comportamiento y hechos atropelle el derecho, la libertad, la fe, la verdad, y
la dignidad de otras personas es irresponsabilidad humana e irracional. Esto es
un abuso en contra de los demás.
Esta
es la sociedad en que vivimos, donde por causa de la erosión de los valores
morales y espirituales, intelectuales y familiares, cada persona tomando la
libertad como la cobertura que le permite creer, pensar, sentir y decidir
independientemente de los demás, determina lo que es bueno, correcto, y
verdadero.
La
globalización de ideas, pensamientos, múltiples perspectivas, puntos de vistas,
donde los valores están siendo cuestionados y puestos fuera de juego; la moda
del siglo XXI, exige que el cristiano mantenga sus convicciones. En el mundo
hay dos posiciones, un grupo de personas que están convencidos de que sus
convicciones son totalmente correctas y el otro grupo de personas que sostienen
que son incuestionablemente incorrectas.
Este
es el debate que en el siglo XXI ha fortalecido la idea de la globalización
ante la cual es necesario luchar y defender los valores que son convicciones
personales, sociales y espirituales innegociables. En la sociedad actual se
vive en un individualismo asombroso, confiado en una aparente seguridad y
tranquilidad, pero al sumar el comportamiento de la sociedad se vive cada vez
más como en Sodoma y Gomorra.
Hay
un irrespeto y desvalorización de la vida de las personas sin precedencia. Hay
un libertinaje donde se ha dado rienda suelta a la lujuria, el despilfarro no
solo de dinero sino de la vida, del tiempo, la energía, a costa del descuido de
la familia, de la integridad, de la verdad y de la moral. Esa misma gente,
luego se queja de que vive con grandes deudas o en medio de grandes pleitos
familiares, laborales y legales, pero vuelven luego a la misma realidad, a las
mismas andadas.
El
apóstol Pedro, dice que son como el cerdo que después de bañarse vuelve a
revolcarse en el lodo quedando lo mismo o peor, o como el perro que después de
vomitar regresa a comer su mismo vómito (2 Pedro 2.22) Pablo dice, todo me es
lícito, pero no todo conviene, todo me es lícito, pero no todo edifica (1
Corintios 10.23).
El
ser humano, y específicamente el cristiano tienen una nueva libertad que está
controlada por la Biblia, la voluntad de DIOS, el Espíritu Santo, y por los
estándares morales, y éticos de la sociedad.
De
manera que el pensar, sentir y actuar de una persona no depende de lo que diga
la razón, de lo que es lógico o congruente, o de lo que le conviene o lo que
según su razonamiento es correcto o bueno, sino depende de lo que la Biblia,
Dios, y el Espíritu Santo dicen que es bueno, correcto y que ayuda a crecer en
el Señor y beneficia a los demás.
Todo
lo que está en contra de la Biblia, y en contra de lo que ordena el Espíritu
Santo, es pecado. Lo que ofende al prójimo, lo que no beneficia a los demás, lo
que no está motivado por el amor verdadero, lo que se hace sin fe, y lo que no
se hace en santidad y ética es pecado y es incorrecto aunque el resto del mundo
diga lo contrario.
El
rumbo que ha tomado la sociedad en que vivimos debe crear en nosotros una
profunda preocupación por rescatar los valores de nuestra sociedad para tener
la esperanza de una mejor sociedad conforme a los planes de DIOS.
Dios les bendiga
abundantemente.
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