LECTURA
DIARIA:
Jeremías
capítulo 42
La
presencia del profeta levantó los ánimos. Estaban decididos a ir a Egipto, pero
querían una confirmación divina de sus planes.
Jeremías
acepta interceder por ellos, pues contempla la situación triste en que se
hallan sin culpa alguna por su parte, pues han sido víctimas de una política
descabellada.
Los
jefes temían la represalia caldea, y estaban decididos a huir a Egipto. Los fugitivos
dicen con humildad: Pide por nosotros a Yehová, tu Dios.
Después
de la catástrofe creían que Dios los había abandonado definitivamente, y por
eso no se atrevieron a considerarle como su Dios, sino que dicen al profeta: tu
Dios.
A
pesar de la ansiedad de los consultores, la respuesta tardó diez días en
llegar. Durante este tiempo, los jefes procuraban con sus propagandas ganar los
ánimos del pueblo en favor de un éxodo hacia Egipto. Baruc trató de hacer
frente a esta tesis, pero su labor fue contraproducente, ya que, por su amistad
con Jeremías, creyeron que había sido aquél el instigador de la propuesta del
profeta de que permanecieran en el país sin ir a Egipto. Jeremías tardó en dar
respuesta sencillamente porque no había recibido comunicación divina.
La
respuesta de Dios es taxativa: la salvación del pueblo está en permanecer en la
tierra, mientras que el exilio egipcio no les traería más que desventuras.
Y, por
ello, con el corazón dolorido, les anuncia el triste destino que les esperaría
en Egipto: moriréis de espada, de hambre, de peste.
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