sábado, 11 de agosto de 2018

Un momento... ¡SI YO NO PUEDO, TÚ PUEDES!



UN MOMENTO PARA PENSAR EN DIOS
¡SI YO NO PUEDO, TÚ PUEDES!

 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. (Gálatas 2.20)

Gálatas 2.20 es un versículo que conocemos bien. Sabemos que la vida vencedora es que Cristo vive en nosotros. La pregunta es ¿cómo podemos entrar en la experiencia de esta vida?
Cristo desea ser nuestra vida y puede hacernos victoriosos; pero, ¿cómo puede El ser nuestra vida?
Conocemos la salvación efectuada en la cruz; pero, ¿cómo podemos unirnos a esta salvación? La pregunta es ¿cómo podemos unirnos a Cristo y qué debemos hacer para que Él llegue a ser nuestra vida y viva en nosotros?
En medio del versículo encontramos una expresión maravillosa: “Y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”.
¿Qué significa “ya no vivo yo, mas Cristo”? Estas seis palabras significan victoria.
Se refieren a la vida vencedora de la que hemos estado hablando. Si a “ya no vivo yo” añadimos “más Cristo” tenemos la victoria, y todos los problemas quedan resueltos.
Pero todavía quedan algunas preguntas. ¿Cómo puede un cristiano dejar de ser él para ser Cristo? ¿Cómo puede uno obtener esta vida?
Tenemos que ver cuál fue el punto de partida de Pablo en el que comenzó a experimentar esto de, ya no vivo yo, mas Cristo.
Si podemos descubrirlo, podremos tomar el mismo camino y también experimentaremos ya no vivo yo, mas Cristo. Por lo tanto, tenemos que atravesar por lo que Pablo atravesó y seguir el mismo camino que él tomó. Su camino también debe ser el nuestro.
Necesitamos comenzar desde la primera oración de este versículo. Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.
¿Cuántos años hemos escuchado acerca de la doctrina de la crucifixión con Cristo?
¿Cuán efectiva es en cada uno de nosotros? ¿Tenemos el poder que Pablo tenía? Hemos conocido la doctrina de la crucifixión con Cristo por más de diez, veinte o treinta años, pero no ha producido un resultado en nosotros.
Cuando el Señor Jesús fue clavado en la cruz, nosotros no le matamos, ni nos matamos a nosotros mismos. Cristo mismo murió allí, y DIOS nos incluyó en Su muerte.
Aunque vimos que DIOS nos crucificó, no sabemos cómo debemos considerar nuestra propia crucifixión.
DIOS considera nuestro caso imposible y sin esperanza. La carne es completamente corrupta, y no existe otra solución que la muerte. Por tanto, nos incluyó en la crucifixión de Cristo. No tenemos esperanza; la única solución es la muerte.
Es inútil tratar de repararnos o remendarnos. No existe ninguna posibilidad de enmienda, y tampoco podemos cambiarnos a nosotros mismos. Somos completamente inútiles y no hay otra cosa que podamos hacer, excepto morir.
Por consiguiente, DIOS nos incluyó en la muerte del Señor Jesús. DIOS muestra cómo nos evalúa al ponernos en la cruz.
Tenemos que permanecer sobre esta base constantemente.
Este es el significado de ser crucificado juntamente con Cristo.
Recordemos que la condición para obtener la victoria es reconocer que somos incapaces y que la barrera más grande es intentar hacerlo por nosotros mismos. La victoria procede de Cristo, y es el Cristo que vive en nuestro lugar. La vida vencedora requiere que tomemos una posición firme y declaremos: “No puedo hacer nada y no seguiré intentándolo.
No tratemos ya de labrar nuestra propia victoria. Si hacemos esto, venceremos. DIOS no puede hacer nada por aquellos que constantemente tratan de hacer algo.
Cristo vive en nosotros a fin de expresarse por medio de nosotros. Debemos rechazar por completo nuestros propios esfuerzos antes de que Cristo pueda expresar Su vida por medio de nosotros.
Si tratamos de ayudarlo sólo un poco y comenzamos a introducir obras humanas, Su gracia se irá. Si Cristo no vence en nuestro lugar, cualquier victoria que tengamos, será algo nuestro. El poder de Cristo no tiene como fin suplir lo que nos falta.
Él quiere vivir en nuestro lugar. Si deseamos que Cristo viva en nuestro lugar, no debemos vivir nosotros, y para eso nuestro lugar es la cruz.
Dios les bendiga abundantemente.

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